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miércoles, 3 de febrero de 2010

¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?



Clavado en tierra y clavado a los maderámenes, exhausto después de aquella caminata, mira al cielo y le enrostra a su Padre la falta de consideración para con su persona. Pero su Padre sabe mejor que él lo que a él le conviene.














































Sí, su hora ha llegado. Uno de los ladrones crucificado junto a él se ha vuelto bueno, y él le promete la bienaventuranza eterna. La alegría reina por un momento en el Gólgota.












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