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jueves, 6 de octubre de 2011

Una noche en la ópera

…Nadie puede sentirse conmovido al presenciar la representación de una ópera como aquélla. Así, era natural que uno se preguntase: ¿A cuenta de qué se hacía todo aquello? ¿A quién podía gustar? Si por milagro hubiese habido en aquella ópera buenos trozos de música, ¿no podía tocarse ésta, prescindiendo de aquellos trajes grotescos, de aquellas procesiones, de aquellos movimientos de brazos? ¿A qué causa se debe el que tonterías parecidas se representen en todas las ciudades del mundo civilizado?
León Tolstoi, ¿Qué es el arte?

“No doy un céntimo –dijo cierta vez don Miguel de Unamuno-- por oír una ópera”. Yo solía decir lo mismo, pero el otro día, no sé muy bien por qué, di 50 pesos por ir al teatro Colón a presenciar La flauta mágica. Fue la primera vez que asistí a una ópera, y espero que sea la última: me aburrí a más no poder.

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