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viernes, 23 de marzo de 2012

Linchamiento

No pasa un día sin que los admirables, los nunca bastante imitados yanquis descuarticen un negro o dos. Puesto que ellos lo hacen, está bien hecho.
Rafael Barrett, "Lynch"



El hombre, desesperado,
corre, porque lo persiguen;
aunque no sabe por qué
aquéllos justicia piden.
Se le acercan furibundos,
en sus mentes no conciben
la equivocación, el yerro
a que el humano es proclive.
Y aunque se hallen en lo cierto
persiguiendo a quien persiguen,
se persiguen a sí mismos
y a sus facetas más tristes
odiando con odio puro,
por más que a esto amerite
la conducta criminal
que provoca cicatrices
dentro de la sociedad.
La muchedumbre redime
(o al menos es lo que cree)
a la víctima del crimen
despedazando al culpable
(o al que se sospecha firme)
con saña y placer morboso
propio de gente insensible,
carente de sentimientos,
o con sentimientos viles.
Si a este grupo de batracios,
si a esta manga de reptiles
se les dice que justicia
es compasión o no existe,
se reirán de nosotros,
y quizá también nos linchen.
Escapémonos entonces
y recemos al Gran Líder
para que erradique a todas
estas hordas infantiles
y las remplace por gente
que no premie ni castigue
sino que viva su vida,
siendo esclava o siendo libre.
El "justiciero" castiga;
el Justiciero, permite.
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