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lunes, 24 de septiembre de 2012

El interés de la juventud por la militancia política


¡Ah, la política!...
Se afirma en mi país que ahora, desde que el kirchnerismo está en el poder, la juventud ha vuelto a interesarse en la política. Y se afirma esto con bombos y platillos, como si fuera deseable que así sea en vez de ser contraproducente. Y es que la política, el interés por los asuntos políticos y la militancia sobre todo, absorben tiempo, tanto a los jóvenes como a los adultos, tiempo que podría dedicarse con mayor provecho a otras actividades que ennoblezcan el espíritu en vez de sembrar el odio y la discordia.
Ya Pío Baroja, en 1933, se quejaba de que esto mismo sucedía en su país:

En ninguna parte la política absorbe toda la vida como actualmente en España; la poca atención que sobra se dedica al sport y a los peliculeros. Lo demás, la ciencia, la literatura, el arte van a quedar tan esmirriados y tan pobres en nuestro país, que no se les va a notar (Pío Baroja, Comunistas, judíos y demás ralea, p. 112).

Recuerdo a mis compañeros de secundaria, y particularmente a los que militaban dentro del centro de estudiantes de mi escuela: no eran ellos, precisamente, los que más destacaban por su aplicación al estudio, su laboriosidad y su inteligencia. Hoy en día en mi país, o al menos en mi ciudad, toda la escolaridad secundaria no es más que un gigantesco centro de estudiantes en donde lo que interesa es el chismerío político fundamentalmente, muy por encima del estudio de las materias que se supone deben manejarse con soltura para ingresar al mundo laboral cargado de buenas ideas e iniciativas. Desde la más tierna juventud ya se les inculca el virus de la política, y una vez infectados, difícilmente puedan negativizarlo. Pero ya escucho la protesta de los activistas: "¡Eso es lo que pretenden los golpistas, los militaristas, los derechistas: que la gente, y en especial la juventud, no intervenga en la política o descrea de ella!". No lo niego: al derechista le conviene tal desinterés, pero también le conviene a la cultura y con eso me basta. Yo no voy a descreer de una idea sólo porque a otra gente indeseable también le agrade. Si a Videla le convenía, por razones políticas, evitar la contaminación de ríos y mares, ¡qué!, ¿habría que haberlos contaminado tan sólo para disgustarlo? No: más allá de cualquier coyuntura política, la contaminación de las aguas es una acción inética; y asimismo, politizar precozmente a las personas, en lugar de inculcarles otros valores más culturosos, me parece un accionar inético por mucho que coincidan conmigo ciertos personajes que de la ética jamás han tenido ni remotas noticias.

2 comentarios:

  1. "¿Por qué me interesa tanto la política?

    Si pudiera responder de una forma muy sencilla, diría lo siguiente: ¿por qué no debería interesarme?

    Es decir, qué ceguera, qué sordera, qué densidad de ideología debería cargar para evitar el interés por lo que probablemente sea el tema más crucial de nuestra existencia, esto es, la sociedad en la que vivimos, las relaciones económicas dentro de las que funciona y el sistema de poder que define las maneras, lo permitido y lo prohibido de nuestra conducta.

    Después de todo, la esencia de nuestra vida consiste en el funcionamiento político de la sociedad en la que nos encontramos.





    De modo que no puedo responder a la pregunta acerca de por qué me interesa; sólo podría responder mediante la pregunta respecto de cómo podría no interesarme (...) No estar interesado por la política es lo que constituye un problema.
    De modo que, en lugar de preguntarme a mí, debería preguntarle a alguien que no esté interesado por la política y entonces su pregunta tendría un fundamento sólido, y usted tendría todo el derecho de gritar enfurecido:

    ¿Por qué no te interesa la política?"

    Michel Foucault

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    1. interesante aporte el del señor Jorge Salazar. Mi respuesta vendrá en la siguiente entrada.

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