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lunes, 17 de septiembre de 2012

La conversión de Oscar Wilde (parte III)

Si después de que recupere la libertad, uno de mis amigos organiza una fiesta y no me invita a ella, no me ha apesadumbraré: puedo ser perfectamente feliz permaneciendo sólo. Con la libertad, las flores, los libros y la luna, ¿quién no sería perfectamente feliz? Además, las fiestas ya no me interesan; organicé demasiadas para seguir preocupándome de ellas. Afortunadamente, este aspecto de la vida ya no existe para mí.
Oscar Wilde, De Profundis, p. 104

¿Por qué casi todos recuerdan al Wilde fiestero y casi nadie al Wilde evolucionado? ¿Será porque casi todos aspiran a ser fiesteros, y casi nadie a evolucionar?

Convencido estoy de que las fuerzas naturales tienen un poder de purificación; por ello hay que volver a ellas, a vivir en su presencia.
Oscar Wilde, De Profundis, p. 117

Dios está en la naturaleza. O más: Dios es la naturaleza.

Anhelo lo recóndito; busco lo místico en el arte, lo místico en la vida, lo místico en la naturaleza. Me es absolutamente necesario hallarlo en algún lado.
Ibíd., p. 119

Necesidad común a todos, incluso a quienes suponen que no la tienen.

En este mundo no hay más que dos tragedias: una, es no poseer lo que se desea; la otra, obtenerlo. Esta última es la peor, es la verdadera tragedia.
Ibíd., p. 195

Por eso hay que desear sólo a Dios, y saber que no podremos alcanzarlo.

Para cuantos conocen la historia, la desobediencia es la virtud original del hombre. Mediante la desobediencia hase realizado el progreso: con la desobediencia y la rebelión.
Ibíd., p. 195

Pero no metamos a todos los desobedientes en la misma bolsa progresista. La Historia dio un salto monumental gracias al desobediente Jesús, pero casi ni se mosqueó ante el desobediente Robespierre... La rebelión fundada en el odio no tiene nada que ver con la rebelión del amor.

Todo efecto bello que producimos nos procura un enemigo; para ser popular es indispensable ser una mediocridad.
Ibíd., p. 196

No se puede afirmar que una atmósfera de alta moralidad sea muy propicia a la salud o la felicidad.
Ibíd., p. 196

No, si la "alta moralidad" es el puritanismo; sí, si hemos sabido crear una atmósfera de moralidad verdadera.

Quien ama una sola vez en su vida tiene una naturaleza superficial. Lo que algunos llaman lealtad o fidelidad, yo lo llamaría mejor, apatía, debido a la costumbre o falta de imaginación.
Ibíd., p. 197

¡Todo lo contrario! Quien ama realmente a una mujer nunca se aburre de ella, y eso es porque el amante tiene la imaginación necesaria como para descubrir cada día una nueva faceta del ser amado. Pero vos eras trolo, Oscar; lamentablemente no conociste, vos, el rey del placer, al mayor de los placeres terrenales: el amor de un hombre por su mujer, o viceversa.

El verdadero artista no se ocupa para nada del público. Para él, el público no existe.
Ibíd., p. 198

¡Bien!

El remedio para librarse de una tentación: sucumbir a ella. Si resistís, vuestra alma enfermará de deseo.
Ibíd., p. 205

¡Abran cancha, que viene Freud tomando carrera!... Brindo por estos dos grandes verdugos de las autorrepresiones.

El valor de una idea no tiene absolutamente nada que ver con la sinceridad de quien la profesa.
Ibíd., p. 205

Por eso es que no siempre los hipócritas somos perjudiciales a la sociedad (ver anotaciones del 26/3/96).

Trata de construir tu vida de tal suerte, que las cosas externas no te puedan perjudicar. Trata de desprenderte, de liberarte de toda propiedad personal. Esta implica sórdidas preocupaciones, continuos cuidados, males sin fin. La propiedad personal es un obstáculo al desarrollo de la individualidad.
Ibíd., p. 207

Wilde, Jesús y San Francisco de Asís, unidos en el desdén hacia las posesiones.

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