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viernes, 21 de septiembre de 2012

¡Vade retro, comunismo!


La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos. [...] Ninguno padecía necesidad, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían y ponían el dinero a disposición de los Apóstoles, para que se distribuyera a cada uno según sus necesidades. 
Hechos de los apóstoles, 4. 32-35

En estos tiempos en que los diferentes comunismos están en retroceso, cabría preguntarse si dicho retroceso --a contrapelo de lo que opinaba Marx-- forma parte de una ley político-natural inquebrantable. Pío Baroja entendía que sí, que el comunismo, en tanto idea e ideal, no puede permanecer inmerso por demasiado tiempo dentro de los estamentos sociales y compenetrarse con ellos:

La realidad del comunismo encontraría seguramente muy pronto, de intentarse llevar a la práctica, su tope en la realidad de la vida, y entonces, al chocar con lo humano, tendría que transformarse, que evolucionar y, en parte, que retroceder. Sería como una inundación, que aquí arrasa, que allá fertiliza, que en otra parte cambia y, al último, se retira (Comunistas, judíos y demás ralea, p. 102).

Y es así, los comunismos políticos van y vienen y nunca se quedan. Y arrasan; de la mano de Stalin (y de tantos otros), han sido máquinas arrasadoras. Fertilizan también, como va de suyo; de la mano del Che Guevara (y de tantos otros), terminaron siendo poderosos fertilizantes. Pero estos fertilizantes, toda vez que han sido regados por la mano de la coacción, han resultado ser de alta toxicidad. Comunismo sin contraindicaciones, comunismo que inunda sin ahogar, sin arrasar, y fertilizando naturalmente los territorios que anega, es el comunismo que pregonaba Jesús, el comunismo que se desentiende de la política, el comunismo que practicamos, sin siquiera notarlo, dentro de nuestro grupo familiar o con nuestros mejores amigos. Pero la realidad de la vida, como bien dice Baroja, pone su tope a este tipo de aventuras del pensamiento, porque la gente, a diferencia de nuestros amigos o familiares, se comporta frente a nosotros de manera egoísta. Y así, mientras el egoísmo impere, al único comunismo al que podremos aspirar será al comunismo político, al comunismo que fertiliza y contamina la vez, y arrasa, fundamentalmente arrasa...

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