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domingo, 25 de noviembre de 2012

Voltaire terrateniente



"... Y, así como antes no había podido resistir a la tentación de especular en negocios bancarios y comerciales, ahora sintió un impulso irresistible de hacerse terrateniente", comenta David Strauss desde la página 146 del libro sobre Voltaire que estoy analizando. Tal impulso rindió sus frutos en 1758, cuando adquirió dos extensas posesiones situadas en la zona francesa fronteriza de Gex: el castillo y el señorío de Tourney, y también el señorío de Ferney. Feliz en medio de tanta casa y de tanta tierra propia, llevaba Voltaire

una vida muy dispendiosa. La instalación de sus palacios y casas de campo era, si no precisamente lujosa, confortable y digna. Pero los numerosos criados y jornaleros a quienes tenía que sostener y, sobre todo en los primeros años de esta época de su vida, el gran número de invitados a que tenía que atender y agasajar representaban un gasto muy considerable (ibíd., p. 237).

"Como vemos --concluye Strauss--, después de haber tenido que renunciar a vivir acogido al favor de los reyes, ponía cierto empeño en vivir como un rey en sus propias tierras" (ibíd., p. 147), y entonces me pregunto algo parecido a lo que me preguntaba en la entrada del martes: ¿hubo algún pensador preclaro que fuera a la vez terrateniente? "Séneca", podría contestarme alguien, y yo tendría que morderme la lengua. Muy bien, aceptémoslo: Séneca y Voltaire, hermanados por el amor al conocimiento y el amor a las riquezas telúricas. De Séneca y su defensa de las posesiones materiales ya he hablado hace unos años; de Voltaire hablo ahora, y digo que mi antipatía hacia él continúa in crescendo.







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