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jueves, 3 de octubre de 2013

Algo sobre Karl Popper (segunda parte)

El segundo ítem a tratar se relaciona con la postura azaroso-indeterminista de este pensador.
Todo parece indicar que, al igual que con el tema del darwinismo, hubo aquí un cambio de miras bastante pronunciado. Hace poco cité un aserto que deja poco margen para la duda: "Podemos dar por seguro que cualquier sucesión de fenómenos en la realidad, tiene lugar según las leyes de la naturaleza" (La miseria del historicismo, p. 144). O voy muy descaminado epistemológicamente, o esta frase trasunta el más puro, clásico e inexorable determinismo; pero entonces, ¿cómo se compatibiliza esto con el proverbial indeterminismo popperiano? Sencillo: se compatibiliza por el hecho de haber sido Popper un partidario del determinismo que luego abandonara esta postura. La proposición antes citada figura en La miseria del historicismo, libro esbozado a mediados de la década del 30 (leyó su manuscrito en 1936 en Londres, después de marcharse de Austria, su país natal, debido al crecimiento del nazismo), y en ese entonces Popper se inclinaba por darles la razón a los deterministas. Que su vida como pensador nació bajo el sino del determinismo se puede verificar leyendo algunos pasajes clave de La lógica del investigación científica (1934), su primera publicación de importancia. Por ejemplo, uno que figura en la p. 202:

... En cuanto a la controversia sobre la «causalidad», propongo que disintamos de la metafísica indeterminista que es tan popular actualmente. Lo que la distingue de la metafísica determinista que estaba en boga hasta hace poco entre los físicos no es tanto su mayor lucidez cuanto su mayor esterilidad.

O el de la p. 230:

¿Está gobernado el mundo por leyes estrictas, sí o no? Considero esta pregunta como metafísica. Las leyes que encontramos son siempre hipótesis, lo cual quiere decir que pueden quedar siempre superadas, y que posiblemente puedan deducirse de estimaciones probabilitarias; pero negar la causalidad sería lo mismo que intentar persuadir al teórico de que abandone su búsqueda, y [...] semejante intento no puede estar respaldado por demostración de ninguna clase.

O el de la p. 231:

La creencia en la causalidad no es sino una típica hipóstasis metafísica de una regla metodológica perfectamente justificada, a saber, la decisión del científico de no abandonar jamás su búsqueda de leyes[1]. La creencia metafísica en la causalidad, en sus varias manifestaciones, parece ser más fértil que ninguna metafísica indeterminista de la índole defendida por Heisenberg; y --en realidad-- podemos percatarnos de que los comentarios de este autor han tenido un efecto paralizador en la investigación: es fácil no caer en la cuenta de relaciones que no habría que buscar muy lejos si se repite incesantemente que la indagación de las mismas «carece de sentido».

Treinta años después Karl Popper diría, muy suelto de cuerpo, que "primero y ante todo, soy un indeterminista" (cap. 8, secc. II de Conjeturas refutaciones, publicado en 1963). Debe de haber habido un periodo de transición muy caviloso y molesto entre tan dispares posiciones. Imagino que le habrá sucedido a Popper algo similar a lo que aconteciera con Inmanuel Kant y con otros epistemólogos devenido moralistas, a saber, el sentirse incómodos, en el terreno de la ética, levantando las banderas del determinismo que tan convenientes resultan a la hora de filosofar sobre la ciencia. Este jugar a dos puntas desmerece notablemente --al menos a mis ojos-- la reputación intelectual del pensador de Königsberg; y respecto de Popper, le hace proferir sentencias tan acomodaticias como la siguiente: "Aunque creo que debemos ser indeterministas metafísicos, deberíamos buscar, sin embargo, leyes deterministas o causales" (La responsabilidad de vivir, cap. 2 secc. XIV). Pero la cuestión de si el libre albedrío se opone o no a la legalidad universal no es algo que nos deba preocupar en este momento. Estoy tratando de salvar a Popper de la contradicción que le achaqué allá en la p.  [1190] de estos escritos, y creo que lo he logrado: su azarismo genético es muy posterior a su ideal determinista[2].
Y respecto del azar genético, ¿estaba Popper convencido de la veracidad de tal presupuesto neodarwinista? Creo que sí; porque incluso cuando sostiene que las mutaciones "pueden interpretarse como gambitos de ensayo y error más o menos accidentales" (Conocimiento objetivo, p. 124 --el subrayado es mío), ese "más o menos" de ningún modo transige con algún tipo de ortogénesis o teleología, como bien lo aclara Popper en la p. 227 de ibíd.:

El método de ensayo y supresión de errores no opera mediante ensayos totalmente azarosos o aleatorios (como se ha sugerido alguna vez), aunque dichos ensayos puedan parecer plenamente aleatorios; debe haber al menos una «secuela» [after-effects] [...]. La razón de ello es que el organismo aprende constantemente de sus errores; esto es, establece controles que suprimen, eliminan o, al menos, reduce la frecuencia de ciertos ensayos posibles (que tal vez fuesen actuales en una etapa pasada de su evolución).

  Aquí se alude a la conducta de los individuos como tales, no a la de su génesis, pero igual viene al caso la cita,pues para Popper los genes también utilizan el sistema de ensayo y error a la hora de multiplicarse inmutar pasajes más explícitos de obras posteriores ("... en acusado contraste con el ciego azar de mutaciones y recombinaciones genéticas...", cap. 1, secc. III de El mito del marco común; " las mutaciones son cuestiones de puro azar", cap. 1, secc. IV de  En busca de un mundo mejor ) terminarán por convencer a todo el mundo de que a Popper el azar lo fascinaba[3].



[1] Einstein argumentaba, en contra de los indeterministas cuánticos que lo asediaban, que si tuviese que abandonar su convicción acerca de la estricta causalidad que rige todos los sucesos "preferiría ser zapatero, incluso ser empleado en un garito, antes que ser físico" (citado por Ilya Prigogine en El fin de las certidumbres, p. 209).
[2] Convertido ya en un auténtico indeterminista, afirmaba Popper cosas tales como ésta: "Apenas es posible (si es que lo es en absoluto) que la ciencia alcance un estadio en el que pueda suministrar un apoyo genuino al punto de vista de que el mundo físico es determinista. ¿Por qué no aceptar, entonces, el veredicto del sentido común --al menos hasta que estos argumentos hayan sido refutados?" (Búsqueda sin término, p. 176). El veredicto del sentido común, amigo Popper, lo aceptan los hombres comunes; los intelectuales aceptan sólo el veredicto del sentido intelectivo, el cual sugiere que nunca algo puede proceder de la nada y que no existe ni existirá suceso alguno totalmente desprovisto de causas que le den origen.
[3] Pero no el azar "puro", no el azar metafísico que se opone antitéticamente al determinismo metafísico, sino una opción intermedia entre ambas posturas radicalizadas. Esto lo explica largamente Popper en el capítulo 6, sección X y siguientes de Conocimiento objetivo. Trataré de resumir su posición a los efectos de que los indeterministas que me lean sepan que si bien considero estas especulaciones como algo bastante similar a un cuento chino, no por eso dejé de perder mi tiempo intentando asimilármelas:

... Hemos de ser indeterministas, aunque intentaré mostrar que el indeterminismo no basta.
[...] Si el determinismo es verdadero, entonces el mundo en su conjunto es un reloj impecable que funciona con toda exactitud [...]. por otro lado, si es verdadero el indeterminismo [...], entonces el puro azar desempeña un papel fundamental en nuestro mundo físico. Ahora bien, ¿acaso el azar es realmente más satisfactorio que el determinismo?
[...] decir que las marcas negras que he hecho sobre un papel blanco para preparar esta conferencia no eran sino el resultado del azar, no es más satisfactorio que afirmar su predeterminación física. De hecho, es aún menos satisfactorio. [...] es difícil que alguien crea que lo que les estoy leyendo sea sencillamente un resultado del azar; es decir, una muestra aleatoria de palabras o tal vez letras, unidas sin ningún propósito, deliberación, plan o intención.
La idea de que la única alternativa al determinismo es el puro azar [es] de Hume, quien decía que "la supresión" de lo que él llamaba "necesidad física" debe dar siempre como resultado" lo mismo que el azar. Como los objetos deben o no hallarse enlazados... es imposible admitir un término medio entre el azar y la necesidad absoluta" (Tratado de la naturaleza humana,  parte III, secc. XIV).
[...] dicha doctrina parece aplicarse correctamente a los modelos de la teoría cuántica pensados para explicar, o al menos ilustrar, la posibilidad de la libertad humana. Parece ser esta la razón por la cual estos modelos son tan insatisfactorios.
[Arthur Holly] Compton construyó un modelo de este tipo [...]. Utilizaba la indeterminación cuántica y el carácter impredecible de los altos cuánticos como modelo de decisión humana importante. [...] Pero en mi opinión, el modelo no se parece en nada a una decisión racional, sino que se asemeja más bien al tipo de decisión que toman las personas cuando, al no poder de liberar, optan por decir: "echémoslo a cara o cruz". [...]
Quizá se pueda decir que algunas de nuestras decisiones son como tirar una moneda: son decisiones precipitadas tomadas sin deliberar, puesto que a veces no disponemos de tiempo suficiente para ello. [...]
Admito  que el modelo del salto cuántico pueda servir para esas decisiones precipitadas. Incluso admitió la posibilidad de que de hecho, cuando tomamos una decisión precipitada, tenga lugar en nuestro cerebro algo similar a la amplificación de un salto cuántico. Ahora bien, ¿son en realidad tan importantes las decisiones precipitadas? ¿Son características del comportamiento humano, del comportamiento humano racional?
No lo creo, ni pienso que vayamos a progresar mucho con los altos cuánticos. Son precisamente esta clase de ejemplos los que parecen apoyar la tesis de Hume [...] de que el azar puro es la única alternativa al determinismo estricto. Lo que necesitamos para comprender el comportamiento humano racional --así como el animal-- es algo que posee un carácter intermedio entre el azar perfecto y el determinismo perfecto [...].
La tesis ontológica de Hume [...], según la cual no puede haber nada entrelazar y el determinismo, no sólo me parece dogmática (por no decir doctrinaria), sino también, claramente absurda; sólo se entiende si suponemos que creía en un determinismo completo en el que el azar no desempeñaba ninguna función, excepto la de ser síntoma de nuestra ignorancia. [...]
[...] Como es obvio, lo que queremos es comprender de qué modo las cosas no físicas, como los propósitos, deliberaciones [...] y valores pueden tomar parte en la introducción de cambios físicos en el mundo, como es obvio que lo hacen, mal que les pese a Hume y Laplace. Es evidentemente falso que todos esos tremendos cambios físicos que producen continuamente nuestras plumas, lápices o excavadoras se pueden explicar en términos exclusivamente físicos, sea mediante una teoría física determinista, sea mediante una teoría estocástica (según la cual se deberían al azar).
[...] Está claro que hemos de ser indeterministas, pero hemos de intentar comprender también de qué modo los hombres y quizá los animales son susceptibles de verse "influidos" o "controlados" por cosas tales como cines, propósitos, reglas o acuerdos.
Este, pues, es nuestro problema central.
[...] ¿Cómo es posible que los estados mentales [...] influyan o controlen los movimientos físicos de nuestras piernas? O, también [...], ¿cómo es posible que los estados físicos del organismo puedan influir sobre sus estados mentales?
[...] la solución ha de explicar la libertad, así como de qué manera la libertad no se reduce al azar, sino que es más bien el resultado de una sutil interrelación entre algo casi aleatorio o fortuito y algo así como un control selectivo o restrictivo --como puede ser un fin o una norma--, aunque no se trate de un control férreo. [...]

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