Cada
tanto vienen hacia mí estas palabras de mi maestro Epicteto:
Recuerda que en la vida debes comportarte como en un
banquete. ¿Te ofrecen algo? Extiende tu mano y toma tu parte con moderación.
¿Ha pasado de largo? No lo detengas. ¿Aun no ha sido ofrecido? No extiendas tu
deseo hacia ello; espera que llegue a ti. Haz esto en relación con hijos,
esposa, cargos públicos, riquezas, y llegarás a ser un digno participante del
banquete de los dioses (Enquiridión,
15).
Y me siento
aliviado. Porque lo que de burgués tengo en estos momentos --y es mucho,
demasiado--, no lo tengo por haber dirigido mi deseo hacia ello, sino porque se
me ha ofrecido en bandeja, y yo solo tuve que extender mi mano.
Ahora
continúo la cita en donde la dejé:
Pero si ni siquiera tomas las cosas que otros ponen
ante ti y puedes rechazarlas, no sólo serás un participante del banquete de los
dioses sino también de su Imperio. Porque precisamente por hacer esto es que
Diógenes y Heráclito fueron, con justicia, llamados divinos.
Y ahora me siento
asfixiado. Porque yo alguna vez supuse --¡iluso, iluso y soberbio!-- que podría
llegar a esas alturas, que podría rechazar el lujo, el boato, el acopio de objetos
innecesarios que, aun sin buscarlos, se me ofreciesen tentadoramente. Que
podría, en fin, participar del Imperio de los dioses. No pudo ser. Habrá que
conformarse con estar sentado a su mesa y cuidar la silla a como dé lugar.
La reflexion es excelente, aunque no logro encontrar esas palabras exactas de Epicteto, pero mas alla de eso al leerlo por primera vez de epicteto tambien se me han ocurrido ideas similares
La reflexion es excelente, aunque no logro encontrar esas palabras exactas de Epicteto, pero mas alla de eso al leerlo por primera vez de epicteto tambien se me han ocurrido ideas similares
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