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miércoles, 16 de abril de 2014

La vanidad de la gloria

La gente parece ocuparse mucho de mí estos últimos tiempos y eso me hace mucho daño. Busco mi nombre en los periódicos. Esto eclipsa mucho, oscurece mucho la vida. Debo luchar.
León Tolstoi, Diario íntimo, 20/7/1907

No hay que confundir --aclara Tolstoi-- la vanidad con el amor por la gloria:

La primera es el deseo de distinguirse de los otros por medio de acciones insignificantes, a veces, incluso malas; el segundo es el deseo de ser elogiado por acciones útiles y buenas [...]. La primera es una cosa mala; el segundo es mejor (ibíd., 15/5/1895).

Ciertamente que, si vamos a desear que nos elogien, es preferible desear que nos elogien por lo bueno que hacemos que no por lo malo o insignificante; pero hay que dejar en claro que en cualesquiera de los casos la actitud es reprobable. La vanidad es un disvalor ético[1], y el deseo de gloria está incluido dentro de lo que yo entiendo por vanidad, es un caso particular de esta[2]. El único deseo de gloria que mi ética permite y da por meritorio es el deseo de gloria posmorten. Y el propio Tolstoi, luego de meditarlo durante largos años, termina coincidiendo conmigo:

He estado pensando en la gloria humana. Hay, en la necesidad de que los otros tengan una buena opinión de uno, de que lo quieran, algo irresistible y legítimo. Y ahora se me acaba de ocurrir que así como el deseo de ser alabado y querido por los hombres mientras uno está vivo es algo falso y criminal, es bueno, legítimo y positivo el deseo de prolongar la propia vida en el alma de otros hombres después de la muerte. En este deseo no hay nada que complazca a la personalidad, nada exclusivo; simplemente hay el deseo de participar en una vida común, universal, espiritual, de participar en la obra de Dios, desinteresada, impersonal. Creo que es correcto (ibíd., 16/8/1909).

Que se enteren de nuestra grandeza, pero que se enteren después, cuando nuestros oídos ya no estén en este mundo y así no tengan que soportar las vacuas adulaciones.



[1] Ver anotaciones del 16/9/8.
[2] Según la Real Academia Española, la vanidad implica presunción y arrogancia por cosas insignificantes, de modo que el deseo de gloria no estaría emparentado con ella. Yo discrepo con esa definición: para mí la vanidad implica desear que nos estimen sin importar el motivo por el cual nos estimen. Quien desea ser estimado por su aspecto físico, es vanidoso; quien desea ser estimado por ser un gran asesino, es vanidoso; quien desea ser estimado por ayudar a los enfermos y menesterosos, es vanidoso.

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