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sábado, 28 de mayo de 2016

La compasión, el motor de la ética

La mejora de las condiciones sociales de un pueblo, ¿a quién debemos agradecérsela? ¿A los más desfavorecidos por esas condiciones retrógradas o, por el contrario, a quienes, no estando directamente involucrados en la cuestión, sienten compasión por los más perjudicados y luchan desde afuera para modificar leyes, tradiciones y estilos de vida impropios de una sociedad civilizada? Yo entiendo que los mayores avances en este sentido se los debemos al segundo grupo y no tanto el primero, y Julio Camba también:

Contra la teoría marxista de que la emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos, se ha presentado frecuentemente el argumento de los negros. Los negros, en efecto, abandonados a sus propias fuerzas, seguirían siendo negros todavía, y no solo cromática, sino también, en gran parte, económicamente. Todo el ruido que la causa de los negros metió en el mundo, todo aquel estrépito filantrópico [...] estaba concertado por blancos. Los blancos trabajaron como negros para que los negros pudiesen vivir como los blancos (Sobre casi todo, pp. 46-7).


Y es que a los negros, en el caso de la abolición de la esclavitud, o a los proletarios, en el caso de las peticiones por la jornada laboral de ocho horas, las vacaciones pagas o un salario que alcance para el techo y la comida, los movía, más que nada, el odio al amo y el odio al patrón, mientras que a los blancos y a los no proletarios que coadyuvaron a erradicar la esclavitud y a establecer regímenes laborales que minimicen la explotación del hombre por el hombre, los movía más que nada el amor y la compasión que sentían hacia los negros esclavizados y hacia los proletarios explotados. Y como la compasión es el motor principal que empuja a las sociedades hacia una mejor organización, debemos a estos individuos compasivos, en mucha mayor medida que a los negros y a los proletarios, el avance de las normas morales que van haciendo, bien que poco a poco, de este planeta un lugar mucho más digno de ser habitado.

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