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lunes, 11 de julio de 2016

Immanuel Kant y el imperio del dogma

Y sin volar tan alto, descendiendo de la metafísica y apropincuándonos a la mera física, a la epistemología, aquí también Emanuel derrapa:

Por lo que toca a la certeza, he fallado sobre mí mismo el juicio siguiente: que en esta clase de consideraciones no es de ningún modo permitido opinar y que todo lo que se parezca a una hipótesis, es mercancía prohibida que a ningún precio debe estar a la venta, sino ser confiscada tan pronto como sea descubierta (prólogo a la primera edición de la Crítica de la razón pura).


Dice esto porque supone que la ciencia debe basarse, exclusivamente, en juicios sintéticos a priori, cuya certeza es necesaria y apodíctica. Ya he dicho en otra parte lo que opino sobre estos juicios (ver las entradas de los días 4 y 5/8/8), solo diré ahora que me alegra soberanamente que las disciplinas científicas de hoy día sean mucho menos dogmáticas y mucho más modestas que como las imaginaba el gran pensador de Königsberg.

domingo, 10 de julio de 2016

Un exabrupto kantiano

Palabras de Kant en el prólogo a la primera edición de la Crítica de la razón pura:

En este trabajo, ha sido mi designio el hacer una exposición detalladísima y me atrevo a afirmar que no ha de haber un solo problema metafísico que no esté resuelto aquí o al menos de cuya solución no se dé aquí la clave.


¿Por qué, cuando Schopenhauer dice cosas como esta --y las dice bastante a menudo--, me cae simpático y sonrío, pero cuando las dice Kant hago fuerza para no indignarme? Pues porque Schopenhauer las dice con estilo, mientras que a Kant se le caen en seco. Y porque los problemas metafísicos continúan tan o más irresolutos que como estaban cuando Kant vivía.

sábado, 9 de julio de 2016

Immanuel Kant y la filosofía popular

Habla Kant, desde el prólogo a la segunda edición de la Crítica de la razón pura, de ciertos pensadores alemanes, contemporáneos suyos, "que unen felizmente a la profundidad del conocimiento el talento de una exposición luminosa", asegurando enseguida que él carece de ese talento. Se jacta de ser un pensador profundo, pero no se jacta de exponer sus ideas con luminosidad. A esto sumémosle lo que afirma en el prólogo a la primera edición: "Por lo que toca a la claridad, tiene el lector derecho a exigir primero la claridad discursiva (lógica) por conceptos, pero luego también una claridad intuitiva (estética) por intuiciones, esto es, por ejemplos u otras aclaraciones en concreto". Dice que se cuidó de ser claro en el primer sentido, mas no tanto en el segundo:

En el curso de mi trabajo he estado casi siempre indeciso sobre lo que en esto debía de hacer. Los ejemplos y aclaraciones parecíanme siempre necesarios y acudían por tanto realmente, en el primer bosquejo, colocándose en sus lugares adecuados. Vi empero bien pronto la magnitud de mi problema y la multitud de objetos que habrían de ocuparme, y como me apercibí de que estos solos, en discurso seco y meramente escolástico, iban ya a hacer la obra bastante extensa, parecióme improcedente engrosarla más aún con ejemplos y aclaraciones que sólo con una intención de popularidad son necesarios.

Tenemos entonces el siguiente cuadro: un pensador filosófico brillante, pero que ni utiliza ese brillo en la exposición literaria de su pensamiento ni tiene en gran estima los ejemplos, aclaraciones y demás instrumentos que facilitan la comprensión del texto a los lectores profanos. No le interesa en absoluto la popularidad, no quiere que la masa lo lea, sino solo los "conocedores de las ciencias". Su obra cumbre "no podía en modo alguno acomodarse al uso popular", y entonces ¿para qué intentar amenizarla? Está claro que la Crítica de la razón pura no se acomodó en su tiempo, ni se acomoda ahora, al uso popular, pero no se acomoda justamente porque Kant, con su sequedad expresiva, quiso que no se acomodase, y no porque los temas de que trata sean intrínsecamente imposibles de digerir para una mente promedio, ni erudita ni estúpida, que sienta curiosidad por la filosofía. Este espíritu elitista, que piensa que la filosofía es demasiado abstrusa como para que la comprenda un "no iniciado" y que, partiendo de esa premisa, hace todo lo posible para que los no iniciados se alejen de ella, es, según mi criterio, el responsable de haber cavado la fosa en la que ahora descansa en paz esta disciplina. Existen temas, ciertamente, de complicada exposición, pero siempre podremos arreglárnosla para desarrollarlos de manera tal que sean entendidos por cualquier lector que posea una mínima curiosidad, unos ojos bien abiertos y una cabeza liberada de dogmas. Los temas que trató Schopenhauer en El mundo como voluntad y representación son tan complejos como los que trata Kant, y sin embargo a Schopenhauer lo entendemos y a Kant, muchas veces, no. Esto es porque Schopenhauer quiso que lo entendieran todos, o a lo menos muchos, mientras que a Kant solo le interesaba que lo entendieran los de su cofradía. Y lo peor de todo es que este espíritu de cofradía continuó, después de Kant, con Hegel y compañía, quienes hicieron de la oscuridad expositiva su leitmotiv. Y entonces ya no hubo, como en Kant, interesantísimas ideas muy difíciles de descubrir y asimilar, sino galimatías faltos de sentido que encubrían la infecundidad del pensamiento. Ya nos había privado Kant de la claridad estética, ahora nos privaban también de la claridad lógica. Y así llegamos, con esta receta, a la culminación del sinsentido filosófico: el posmodernismo. Quien quiera oír que oiga, y quien quiera filosofar que filosofe, pero que no se olvide, al filosofar, que existe un lector que desea entender lo que está leyendo y que por tanto hay que decir cosas que tengan sentido y decirlas, además, de tal modo que no solo tengan sentido para quien las expone.

Un mal pensado dirá: si Kant hubiese sido más "luminoso" en la exposición de su filosofía, los errores de que adolece hubieran saltado a la vista con mayor prontitud; su oscuridad obedece a un móvil encubridor, como el delincuente que prefiere las sombras de la noche a la hora de salir a robar billeteras. Yo no creo que este sea el caso en cuanto a la Crítica de la razón pura. En cuanto a Hegel y los posmodernos, no me cabe sino una mínima duda razonable de que se mueven en la oscuridad con el único fin de robarles no la billetera, sino la sesera, a los estudiantes que por moda o vaya a saberse por qué razón se embarcan en esas lecturas.

domingo, 3 de julio de 2016

La política y la pereza mental

Y perdón, nuevamente, por el vuelo gallináceo que implican estas reflexiones de orden político en comparación con las de orden filosófico. Mi presente aún me impide reflexionar con profundidad (ya llevo cinco años cargando esta impedimenta, desde la muerte de mi padre) y entonces reflexiono sobre política, para lo cual no se necesita gran profundidad ni gran cabeza. No por nada la reflexión política está a la orden del día en los programas televisivos y la reflexión filosófica o científica brillan por su ausencia.

sábado, 2 de julio de 2016

El peronismo, o la política pensada para el corto plazo

Ocultamos el desempleo y el no crecimiento de la Argentina generando casi un millón y medio de empleados públicos más en estos doce o trece años. Esto es una locura. La mayoría no son ñoquis, van a su trabajo pero miran el reloj para que pase el día porque no tienen nada que hacer. Esa persona sirve, tiene muchísimo para aportar. Y lo que yo les propongo es un camino de reconversión, que tal vez va a llevar más de diez años en los cuales se ocasionó todo este daño.
Mauricio Macri, entrevista radial, marzo del 2016


Hace tres años, desde la entrada del 25/5/13, comentaba que por causa de los desaguisados económicos de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, "ahora, o el año que viene, o el otro, vendrá, inexorable, la crisis". Se hizo esperar, pero ya la tenemos golpeando la puerta. Y como el que ahora gobierna el país es Mauricio Macri, muchos le achacan la responsabilidad a él, sin reparar en el axioma que dice que en política económica, las decisiones que se toman hoy generan sus mejores o peores consecuencias en el mediano o en el largo plazo. Está cometiendo Macri el mismo error que Cristina: aferrarse al dólar barato. Si así continúa, vamos derecho al cataclismo; pero no responsabilicemos a este presidente por los errores de los dos anteriores. Argentina, nuevamente, camina por la cuerda floja por causa del peronismo, o mejor dicho, por causa de los peronistas deshonestos, aunque esto de "peronista deshonesto", cuando se habla de las altas esferas de la política y no de las bases, se me antoja cada vez más un pleonasmo.