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miércoles, 11 de julio de 2018

El patriotismo de Pessoa


A sus veinte años, habiendo regresado hacía tres a Lisboa para nunca más alejarse, se le despierta a Pessoa un sentimiento nacionalista que en su adolescencia no había tenido. En octubre de 1908 escribe en su diario:

Mi intenso sufrimiento patriótico, mi intenso deseo de mejorar la situación de Portugal suscitan en mí —¡cómo expresar con qué ardor, con qué intensidad, con qué sinceridad!— mil proyectos que, aun si realizables por un solo hombre, exigirían de él una característica que en mí es puramente negativa: fuerza de voluntad [...]. Nadie sospecha mi amor patriótico, más intenso que el de toda la gente que encuentro, de toda la gente que conozco (EEAA, p. 42).

Su mayor “proyecto patriótico” era escribir un ensayo titulado "Portuguese Regicide" (Regicidio portugués), “para provocar aquí una revolución”. Revolución que, en efecto, ocurrirá dos años después, para su satisfacción en un principio, y para su decepción después.
Mal podría criticar este amor patriótico veinteañero, porque a esa edad yo también lo tenía —aunque no tan acentuado como el de Pessoa—. Lo grave sería, en un pensador filosófico, mantener ese patriotismo en la edad madura. “No tengo —dirá luego Pessoa, por boca de Bernardo Soares— ningún sentimiento político o social. Tengo, sin embargo, en un sentido, un alto sentimiento patriótico. Mi patria es la lengua portuguesa” (LDD, § 12). Aquí ya avanzamos algo. Por de pronto, ya no quiere provocar revoluciones políticas, sino de otro tipo, y por cierto que en algunos de sus lectores las provocó. En lo que a mí respecta, no tengo patria geográfica. Tampoco diría que mi patria es la lengua española. La lengua española no es mi patria sino mi hogar, el pequeño refugio en donde me guarezco de las inclemencias de mi actualidad.

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