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domingo, 22 de julio de 2018

El vínculo entre la genialidad y la desdicha según Fernando Pessoa


Todo cuanto pienso,
todo cuanto soy,
es un desierto inmenso
donde ni yo estoy.
Fernando Pessoa, poema sin título, 18/3/1935

Teniendo la casi seguridad de ser un escritor genial, y la seguridad plena de ser un hombre desdichado, lanza Pessoa el siguiente comentario: “Cuanto más noble el genio, menos noble el destino. Un genio pequeño consigue la fama, un gran genio consigue mala reputación, un genio mayor consigue la desesperación” (EBI, § 25). ¿Es esto siempre así? No me parece. Genios de las letras y las artes hubo que han sido profundamente infelices, pero otros tantos la pasaron bastante bien, y no por eso ha mermado su genialidad. No existe una relación directa entre la genialidad artística o intelectual y la desdicha. Si somos desdichados (¡Oh, mi espanto de ser, nada podrá vencerte! / ¡La vida y la muerte son un solo y mismo mal!, AP 2577), si somos desdichados busquemos la razón en otro lado y no en nuestra supuesta genialidad. El verdadero santo vive bien, no vive todo el tiempo mortificado, y creo que al verdadero genio le tiene que suceder, en la generalidad de los casos, algo parecido[1].


[1] Tal vez Pessoa, habiendo sido un genio de las letras, haya caído en esta generalidad y no haya sido todo lo infeliz que suponemos que fue. Así lo pinta su primo, Eduardo Freitas da Costa: “El poeta deseó toda la vida (y felizmente consiguió) trabajar sin horarios, comer y cenar donde y cuando le apeteciese, conversar todo el día en la mesa del café y escribir intensamente durante la noche entera” (citado en CT, p. 88). Según Freitas da Costa, Pessoa tenía sueños muy modestos y todos los cumplió: su modestia en el deseo habría sido la clave de su felicidad.

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