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miércoles, 7 de agosto de 2019

El atizador de Wittgenstein


Viene a cuento recordar ahora la famosa disputa entre Karl popper y Ludwig Wittgenstein en Cambridge:

A última hora de la tarde del viernes 25 de octubre de 1946, el Cambridge Moral Science Club (el Club de Ciencias Morales de Cambridge), un grupo de debate de los filósofos y los estudiantes de filosofía de la universidad, celebraba una de sus reuniones. Sus miembros se congregaron en el King's College a las ocho y media de la tarde. Aquella noche, el invitado a dar la charla era el doctor Karl Popper, llegado de Londres para pronunciar una conferencia, aparentemente inofensiva, bajo el título ¿Existen realmente problemas filosóficos? Entre los asistentes se encontraba el presidente del club, el profesor Ludwig Wittgenstein, quien, en opinión de mucha gente, era el filósofo más brillante de su tiempo. También se encontraba presente Bertrand Russell, cuyo nombre era ya sobradamente conocido, desde hacía varias décadas, como filósofo y activista radical. Se trata de la única ocasión en la que coincidieron estos tres grandes filósofos, Russell, Wittgenstein y Popper. 
Hasta la fecha nadie ha sido capaz de establecer con precisión lo que ocurrió. Lo que está claro es que se produjeron vehementes cambios de impresiones entre Popper y Wittgenstein en torno a la naturaleza esencial de la filosofía. [...] Según la versión de Popper [...], él empezó por exponer una enumeración de lo que él insistía que eran auténticos problemas filosóficos. En un rápido repaso, Wittgenstein negó que lo fueran. Popper recordaba que Wittgenstein había estado jugando nerviosamente con el atizador del fuego de la chimenea, que blandía «como la batuta de un director de orquesta para subrayar enfáticamente sus afirmaciones», y, cuando se suscitó una pregunta sobre la consideración que merecía la ética, Wittgenstein retó a Popper a que pusiera un ejemplo de principio moral. «Mi respuesta fue: "No amenazar con un atizador a los profesores visitantes", después de lo cual, Wittgenstein, en un acceso de cólera, arrojó violentamente el atizador al suelo y se marchó hecho una furia» (extraído del libro El atizador de Wittgenstein, de David Edmonds y John Eidinow).

Esta es la versión de Popper; la versión de Wittgenstein no la conocemos. Parece que jamás habló de aquel episodio: se atuvo, por esta vez, a lo que su filosofía recomendaba.

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