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viernes, 16 de agosto de 2019

¿Wittgenstein un genio?


George Moore, titular de la junta examinadora que otorgaría a Wittgenstein el cargo de doctor en filosofía, escribió como conclusión de su evaluación: “Es mi opinión personal que la tesis de Mr. Wittgenstein es la obra de un genio” (citado en RM, p. 257). Wittgenstein, en cambio, no tenía un buen concepto de la capacidad intelectual de su antiguo profesor:

Moore es un hombre lleno de preguntas, pero carece de talento para desenredar las cosas. Cuando uno se enfrenta con algo que está enredado, una cosa es dejar sentado que algunas hebras van hacia arriba, otras hacia un lado y otras cruzadas, y otra cosa bien distinta es ser capaz de tomar uno de los cabos del hilo y seguirlo hasta el final, tirando hacia fuera de él, deshaciendo los nudos, etcétera. Moore no podía hacer esto último: era estéril (Últimas conversaciones, pp. 68-9).

¿Moore era estéril? ¿Y él, que en lugar de desenredar la metafísica la desechaba como algo inexistente? Si alguien quisiera dárselas de buen matemático sin haber aprendido, digamos, el cálculo diferencial, se pondría en ridículo ante cualquier otro matemático correctamente instruido. Pues bien, Wittgenstein se jactaba de ser un buen filósofo sin haber aprendido demasiado sobre la ética, que es algo así como el cálculo diferencial de la filosofía, y si los pensadores filosóficos actuales no se han burlado de Wittgenstein como se burlarían los matemáticos formales de aquel otro que no se lleva bien con el cálculo diferencial, es por la sencilla razón de que a ellos tampoco les interesa la ética como disciplina filosófica. Los muertos no se ríen del degollado. Y tanto los muertos como los degollados no pueden engendrar, son estériles.

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