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martes, 3 de septiembre de 2019

La ceguera axiológica de Wittgenstein


La pregunta acerca de cuáles son las diferencias entre juicios "de hecho" y juicios "de valor" ya no es una pregunta tabú. Pueden muy bien estar en juego cuestiones de --literalmente-- vida o muerte.
Hilary Putnam, El desplome de la dicotomía hecho-valor y otros ensayos

Wittgenstein redactó en 1930, como prólogo de uno de sus libros, una especie de declaración de principios relacionada con el avance del progreso tecnológico y también con el avance de los gobiernos dictatoriales:

Este libro ha sido escrito para quienes se acercan amistosamente al espíritu con el que fue escrito. Creo que este espíritu es distinto del de la gran corriente de la civilización europea y americana. El espíritu de esta civilización, cuya expresión es la industria, la arquitectura, la música, el fascismo y el socialismo de nuestra época, es ajeno y antipático al autor (Observaciones, pp. 21-2).

Esta declaración, más allá de lo curioso que resulta que haya dicho que el socialismo le cae antipático y que cinco años después moviera un sinfín de contactos con el objetivo de radicarse en la Unión Soviética, poco me interesa. Me interesa lo que escribe a continuación, punto y seguido: “No es este un juicio de valor”. ¿Ah no? ¿Y qué es entonces, una observación sociológica? Decir que el espíritu de esta civilización, etc. etc., me es antipático, es como decir que me es antipático mi cuñado: imposible que no sea un juicio de valor. El hecho de que Wittgenstein diga que no es un juicio de valor no invalida el hecho de que en realidad lo es. No es un juicio de valor universal desde luego, es un juicio enteramente personal, pero no deja de ser un juicio de valor hecho y derecho.
Decía Wittgenstein que los juicios de valor y los juicios de carácter empírico constituyen enunciados de rangos completamente diferentes. Suponiendo que esto sea así, ¿sabía Wittgenstein distinguir los unos de los otros?

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