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jueves, 12 de septiembre de 2019

La resolución de los problemas filosóficos


Luego de terminar su Tractatus[1], le escribe Wittgenstein a Bertrand Russell: “He escrito un libro [...] que contiene toda mi labor de los últimos seis años. Creo que he resuelto finalmente nuestros problemas. Esto puede sonar arrogante, pero no puedo evitar creerlo” (carta a Bertrand Russell del 13/3/19, citada en Cartas a Russell, Keynes y Moore, p. 64). Él no puede evitar creerlo; yo no puedo evitar, al leer esto, una mueca de sorpresa y desconcierto al estilo Benny Hill. Tal vez haya resuelto sus problemas y los de Russell, pero si se refería a los problemas que presenta la filosofía, no los resolvió en absoluto.
Suele decirse que el Tractatus no resuelve los problemas filosóficos, sino que los disuelve; yo creo que ni los resuelve ni los disuelve: como mucho los enjuaga. Más tarde renegó Wittgenstein de este su primer libro y afirmó que contenía muchos errores, pero lo que yo critico del Tractatus, a saber, su afirmación de que no tienen sentido las proposiciones relacionadas con la filosofía y con la metafísica en particular, se mantuvo incólume dentro de la estructura de pensamientos de Wittgenstein hasta el final de sus días, de modo que mal se me puede achacar el estar criticando ideas que el propio autor ya había considerado obsoletas dentro de su pensamiento. “Los problemas filosóficos deben desaparecer completamente”, dijo en sus Investigaciones filosóficas, su anteúltimo libro. Se habla de un “primer Wittgenstein”, de un “segundo Wittgenstein” y hasta de un Wittgenstein intermedio; pero lo que yo le critico a Wittgenstein está presente en todos ellos por igual. Estas divisiones a mí no me conciernen ni me interesan[2].


[1] Basado en las notas escritas durante la guerra, redactó el Tractatus en julio y agosto de 1918, durante un permiso de campaña, entre la casa de su familia en Viena y la de su tío Paul en Hallein, cerca de Salzburgo.
[2] “Todavía —dice Anthony Kenny refiriéndose a las Investigaciones filosóficas—, como en el Tractatus, cree Wittgenstein que se debe mostrar que el metafísico no ha dado significado a ciertos signos de sus expresiones [...]. Wittgenstein sigue negando la posibilidad de tesis filosóficas; el objetivo de la filosofía es terapéutico: curarnos de hablar sin sentido y de sentirnos atormentados por problemas que no tienen solución (Wittgenstein, p. 28).

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