Páginas

domingo, 3 de noviembre de 2019

La condena por fraude científico a Robert Gallo


El más afamado científico que apoya la teoría del HIV como causante del sida es el estadounidense Robert Gallo. Sin embargo, este “prestigioso” investigador fue condenado en 1992 por fraude de patente y mala conducta por la Oficina de Integridad de Investigación del Departamento de Salud de los Estados Unidos, al querer atribuirse la paternidad del VIH que correspondía al científico francés Luc Montagnier.
El nudo de la controversia, tal como lo cuenta un diario español, ocurrió en 1991:

Hemos asistido a la penúltima batalla de “La Guerra del VIH” que enfrenta a los co-descubridores del virus del SIDA, el francés Luc Montagnier y el estadounidense Robert Gallo [...]. En 1983, Montagnier y su equipo del Instituto Pasteur de Paris aislaron el agente causante del SIDA [...]. Simultáneamente en EE.UU., Robert Gallo [...] trabajaba con los virus causantes de la leucemia, los primeros retrovirus conocidos, llamados globalmente HTLV. En 1984 anunció el descubrimiento de virus del SIDA, al que llamó HIB.
Hasta 1985 ambos equipos aislaron diversos cultivos del virus y demostraron su relación con el SIDA. Este año publicaron secuencias genéticas de los virus respectivos [...]: ambas eran casi idénticas. Esto sorprendió a los especialistas. [...] Esto podría haberse tomado como un capricho de la Ley de las Probabilidades de no haber enviado el Instituto Pasteur cinco muestras de su cultivo a Gallo en 1983. Inmediatamente se levantaron sospechas de que este había usado el cultivo francés en su investigación. El norteamericano lo negó pero en los años siguientes, se sucedieron los reproches y acusaciones veladas. [...]
Finalmente el Instituto Pasteur de Paris llevó a los tribunales al estadounidense, alegando que la prueba se había obtenido a partir de uno de sus cultivos. En 1987, con la intervención de los gobiernos, francés y norteamericano, se llegó a un acuerdo amistoso. Montagnier y Gallo acordaron la co-paternidad del descubrimiento y el reparto al 50% de los beneficios de la patente. Sin embargo, la duda persistía. ¿Había ocurrido una contaminación accidental en el laboratorio de Gallo o este se había apropiado del virus? En junio pasado Gallo se rindió y admitió que HIB provenía del Instituto de París. Montagnier manifestó que esto finaliza la parte científica de la controversia [...]. Aunque la mayoría de los beneficios del pacto van a parar a fundaciones para la investigación del SIDA, Gallo recibe en torno a los 100.000 dólares en concepto de “royalties” (informe aparecido en el diario El Mundo de Madrid el 1 de diciembre de 1991, sección opinión).

Tanto Gallo como el Dr. Mikulas Popovic, su jefe de laboratorio, fueron considerados responsables de fraude científico y obligados a modificar los textos y las fotos que habían enviado a la revista Science cuando se publicaron, en mayo de 1984, los primeros cuatro artículos que relacionaban el sida con el HIV. Ellos dirigieron durante muchísimos años las investigaciones relacionadas con los tratamientos para el sida. En manos de estos piratas falsificadores, multimillonarios vendedores de humo, están los pobres individuos seropositivos[1].


[1] Gallo no solo se apropiaba de virus ajenos, sino también de partenaires casadas. En los 80 tenía como ayudante una bióloga molecular de rasgos chinos llamada Flossie Wong–Staal. Cuando esta dio a luz a su segunda hija, su marido Steve le pidió el divorcio porque “sospechaba que su retoño provenía en realidad de las células no cultivadas del esperma de Gallo [...]. El acta de separación concluía: «El marido cree [...] que la hija Carolina, nacida el 21 de marzo de 1.983, no es suya, sino que es la hija de su mujer y de Robert Charles Gallo». Steve aceptaba dar la custodia de Carolina a su esposa y permitirle visitas de su otra hija de 13 años a cambio de que esta se mantuviera lo más alejada posible del peligroso Gallo —que no usaba condón para prevenir el sida—” (Luis Campos, La macroestafa del sida, pp. 78-9).

No hay comentarios:

Publicar un comentario