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martes, 9 de agosto de 2011

Tres pacifistas

Tres grandes pacifistas políticos hubo en este mundo en los últimos tiempos: León Tolstoi, el Mahatma Gandhi y Martín Luther King. Considerar como “pacifista político” a Tolstoi es polémico, pero lo incluyo en el grupo por la sencilla razón de que era un polemista nato, un hombre que deseaba influir en su tiempo y en su pueblo, y eso es ser, en cierto sentido, político, por más que no haya ocupado cargos gubernamentales o aspirado a ellos. Pues bien, la pregunta que me hago ahora es la siguiente: ¿fueron estos hombres quienes contagiaron su pacifismo y su cristianismo al pueblo que los cobijaba o fue al revés, y fue un pueblo pacifista y cristiano quien cristalizó, quien dio forma e ideales a estas grandes personalidades? Por lo pronto, en el caso de Tolstoi yo creía que su pacifismo era en principio incompatible con la mentalidad del pueblo ruso, pero parece que no, si hemos de creer a Romain Rolland. Para este  francés, el cristianismo coherente de Tolstoi es fiel espejo de lo que evidenciaba el humilde campesinado ruso en medio del despotismo zarista. Este pueblo, decía Romain Rolland al año siguiente de la muerte de Tolstoi, “es, de todos los pueblos, el más penetrado por el verdadero cristianismo”. Y ¿qué es el verdadero cristianismo? Amor, solamente amor.

Ahora bien, esta ley de amor no puede realizarse si no se  apoya sobre la ley de la no-resistencia al mal. Y esta no-resistencia al mal (fijémonos bien, nosotros que cometemos el error de ver en ella una utopía particular a Tolstoi y a algunos soñadores) es y ha sido siempre un rasgo esencial del pueblo ruso.
El pueblo ruso ha observado siempre, con respecto al poder, una actitud muy distinta que los otros pueblos europeos. Nunca ha entrado en lucha con el poder, y nunca, principalmente, ha participado en él. No ha podido mancharse con él; lo ha considerado como un mal que se puede evitar. […] La mayoría del pueblo ruso ha preferido siempre soportar los actos de violencia que contestarlos violentamente o ser cómplice de ellos. Se ha sometido siempre…

Estas afirmaciones quedan desvirtuadas por la revolución leninista que años más tarde llegaría; pero no tanto, porque no es que afirme Rolland  que todo el pueblo ruso era pacifista a principios del siglo XX, sino que buena parte lo era, y esa parte fue la que quedó relegada cuando se optó por la revolución política. Podría conjeturarse también que el pueblo ruso cambió de táctica, pasando del pacifismo a la violencia, luego de la matanza de San Petersburgo del 22 de enero de 1905 (el famoso “Domingo sangriento”). En ese momento comprendió que si lo que quería era derrocar zar Nicolás II, el pacifismo cristiano no era el método adecuado, y se decidió a simpatizar con los nacientes bolcheviques. Podría haber sucedido, pues, que siendo el pueblo ruso esencialmente cristiano en su gran mayoría y en consecuencia pacifista, aquel domingo sangriento le provocara un shock ideológico que terminara “bolchevicándolo”. Tal vez sea esta –aunque no estoy seguro-- la opinión de Rolland.

Desde hacía largo tiempo, en Rusia, los viejos creyentes, a quienes se llamaba sectarios, practicaban obstinadamente y a pesar de las persecuciones, la no-obediencia al Estado y rehusaban reconocer la legitimidad del poder. […] Por otra parte, provincias, razas enteras, que no conocían a Tolstoi, habían dado el ejemplo de una negativa absoluta y pasiva de obediencia al Estado: los “dukhobors” del Cáucaso, desde 1898; los georgianos de la Guria, hacia 1905. Menos acción tuvo Tolstoi sobre estos movimientos, que la que ellos tuvieron sobre él; y el interés de sus escritos está precisamente en que, a despecho de lo que han pretendido los escritores del partido de la revolución […], él encarnó la voz del viejo pueblo ruso (Romain Rolland, Tolstoi, pp. 129 a 131).


Le doy la derecha a Rolland: el pacifismo ruso no sería tanto creación de Tolstoi sino Tolstoi creación del pacifismo ruso. ¿Y habrá sucedido lo mismo con Gandhi y con Luther King? ¿Habrán sido las comunidades hindúes y afroamericanas, respectivamente, las que acicatearon a estos personajes para que se convirtieran en líderes de la no violencia? Tentado estoy de asumirlo; pero entonces, ¿en dónde encajo yo? Porque me costaría encontrar, hoy en día en el planeta, pueblo más vengativo y resentido que el argentino.

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