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jueves, 5 de junio de 2014

El club de los escritores matinales


Se escribe mejor en ayunas.
León Tolstoi, Diarios, 29/6/1853

Nos cuenta Rüdiger Safranski que Schopenhauer

sólo escribía las tres primeras horas del día, y justificaba esa distribución del tiempo diciendo que si se estrujase más el cerebro, los pensamientos se volverían desvaídos, perderían originalidad y el estilo degeneraría (Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, p. 389).


Yo me manejaba parecidamente, porque el cerebro admite un cierto nivel de estrujamiento y no más, y se le saca más jugo cuando se lo estruja fresco y lozano. Pero ahora ya no dispongo de mis mañanas, y esas tres horas de óptimo rendimiento neuronal las dedico a emparchar lonas o a soldar cortinas roller. ¡Auxíliame San Arturo!

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