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domingo, 29 de julio de 2018

Pessoa, un nazi en potencia


Domingo 29 de julio; 1:11 A.M.

Cada alemán parece obedecer siempre a una disciplina invisible, y, en realidad, los alemanes no hacen con verdadera soltura y con verdadera espontaneidad nada más que esos movimientos rígidos y uniformes de los militares. Yo hablaba el otro día de la civilización alemana. Aquí no hay civilización. Todo es militarismo.
Julio Camba, Alemania

1914. La Primera Guerra Mundial estalla. Portugal se mantiene neutral, Pessoa no: “Creo que ha llegado la hora de decir alto y claro al pueblo portugués cuál es la verdad portuguesa sobre la guerra. [...] el alma portuguesa debe estar con su hermana, el alma germánica, en la presente guerra” (AP 842). “Para el Portugal presente, oprimido y abatido, como para la Alemania humillada del principio del siglo pasado, lo que puede levantarlos es una tradición de imperio” (AP 851). El gobierno portugués no atiende los argumentos de Pessoa y en 1916 entra en guerra con Alemania.
Visto y considerando la posición que adopta Pessoa en medio de este conflicto, considerando sobre todo el hecho de calificar al alma portuguesa y a la germánica como hermanas, uno está tentado de preguntarse qué actitud habría tomado si hubiese vivido cuatro años más y tuviese que escribir unas líneas sobre la Segunda Guerra Mundial. En tren de especular, yo estoy convencido de que hubiese apoyado (en un principio) a los nazis, aun siendo judío. Y es que Pessoa, como sociólogo, ya hemos visto que dejaba mucho que desear.

4:01 A.M.
El punto culminante del saber humano hay que buscarlo, según Pessoa, en la teosofía. En una carta dirigida a Sá-Carneiro (6/12/1915), dice:

La teosofía me da miedo por su misterio y por su grandeza ocultista [...]. Conozco la esencia del sistema. Me conmovió hasta un punto que hoy creía imposible, pues se trata de un sistema religioso. El carácter extraordinariamente vasto de esta religión-filosofía, la noción de fuerza, dominio, de conocimiento superior y extrahumano que rezuman las obras teosóficas me perturbó mucho. [...] La posibilidad de que allí, en la teosofía, esté la verdad real, me posee (AP 517).

Yo intenté leer hace muchos años un libro de la señora Blavatsky, pero no me fue dado comprenderlo. Tal vez me apresuré y abandoné la teosofía demasiado rápido. Sin embargo confío en mi nariz, la cual me dice, pese a Pessoa, que la verdad real se encuentra bastante lejos de esa disciplina.

4:00 P.M.
Pessoa creía en la astrología, no solo en el sentido de leer los horóscopos sino de confeccionarlos él mismo[1]. Su especialidad eran las cartas natales. Tan en serio se tomaba este pasatiempo que lo consideraba científico y metafísico a la vez:

La astrología es verificable, si alguien se toma el trabajo de verificarla. Por qué las estrellas influyen sobre nosotros es una pregunta difícil de contestar, pero no es una pregunta científica. La pregunta científica es: ¿influyen sobre nosotros o no? La razón por la que eso podría ocurrir es metafísica y no altera el hecho, una vez que descubrimos que es un hecho (EBI, § 55).

Pero este razonamiento está viciado desde su raíz. Supongamos que la pregunta sobre la influencia de los astros sobre la psique humana es afirmativa, como yo también creo que lo es: los astros influyen en nuestro espíritu[2]. De esta afirmación, seca y posiblemente demostrable, de ningún modo se deduce que influyan tal y como dice que influyen la carta natal del individuo. Lo que hay que demostrar, para que la astrología sea considerada una ciencia, no es si los astros nos influyen, sino si nos influyen de acuerdo al día, la hora y el lugar de nuestro nacimiento. Si yo nací a tal hora me influirán de determinada manera, pero si resulta que al doctor se le ocurre mandar a mi madre a caminar, o suministrarle algunas pastillas para acelerar el parto, y nazco antes de lo naturalmente previsto, los astros influirán en mí de otra manera distinta. Esto es lo que, científicamente, parece difícil de corroborar.


[1] Hubo un momento, incluso, “en que pensó abrir un estudio de astrólogo y convertir en medio de vida el ejercicio de sus saberes esotéricos” (Ángel Crespo, Estudios sobre Pessoa, p. 17). Raphael Baldaya, heterónimo poco conocido, publicó en periódicos lisboetas anuncios redactados en inglés proponiendo horóscopos para enviar por correo. Los modelos eran tres: Horóscopo de experiencia (500 reales); horóscopo completo (2500 reales); horóscopo detallado (5000 reales). Pero no consta que tuviese clientes en esa actividad (cf. CF, p. 430).
[2] O para decirlo con propiedad, sin entrar en contradicción con el principio del paralelismo psicofísico: el espíritu de los astros influye en nuestro espíritu.

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