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jueves, 2 de agosto de 2018

Pessoa y el destino


Pessoa escribía parado, tumbado sobre un mueble[1]. Yo escribí este diario acostado en su primera parte, el libro primero acostado en mi cama, el libro segundo acostado dentro de la carpa. A partir de ahí, desde 1997 hasta la actualidad, y salvo raras excepciones, escribo sentado. Parado jamás escribí.

9:49 p.m.
Era Pessoa una criatura nocturna: “Durante el día soy un inútil; en la noche soy yo mismo” (PDN, § 94). A mí no se me circunscribe mi inhabilidad a un horario determinado: soy un inútil de jornada completa.

10:04 p.m.
“Las almas fuertes —escribe Pessoa— atribuyen todo al Destino; sólo los débiles confían en la voluntad propia, porque ella no existe” (AP 3345), pero yo no sé si es tan así. No creo que sean las almas fuertes, sino más bien las almas pensantes, las que atribuyen todo al destino y descreen de la propia voluntad.


[1] “Me acerqué a una cómoda alta y, tomando un manojo de papeles, comencé a escribir de pie, como escribo siempre que puedo” (primera carta de Pessoa a Casais Monteiro, AP 3007). Otro escritor famoso que preferentemente escribía parado fue Hemingway.

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