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miércoles, 8 de agosto de 2018

Pessoa y los reformistas


El mal está por toda la tierra y una de sus formas es la felicidad.
Fernando Pessoa

Bernardo Soares, o el hedonismo patas para arriba: “Todo placer es un vicio, porque buscar el placer es lo que todos hacemos en vida, y el único vicio negro es hacer lo que toda la gente hace” (LDD, § 395). Algo de verdad debe de haber en este aserto, porque el vicio acarrea dolores, y toda vez que experimento algún placer intenso, sobre todo sensitivo, me pregunto: ¿qué consecuencia dolorosa me deparará esto? Pero Soares exagera: existen placeres sensitivos moderados, como el sabor de una manzana o el olor de las rosas, que nada tienen de viciosos. Y existen placeres espirituales intensos, como los que se derivan del amor, que son virtuosos por definición.

9:41 P.M.
Una verdad incómoda para quienes buscan mejorar a los pueblos desde fuera hacia adentro y no, como debe ser, pese a ser más difícil, de adentro afuera: “Un verdadero habitante de la civilización se preocupará antes por Dios y por las Parcas que por la reforma social. Si le interesa la humanidad, es solo como una introducción al alma, o a los dioses” (Fernando Pessoa, EBI, § 46). En otras palabras, ocupémonos de Dios y de las Parcas, que lo demás —a saber, la reforma social— se nos dará por añadidura.

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