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martes, 23 de julio de 2019

Wittgenstein y su miedo al demonio


En mayo de 1920 experimentó Wittgenstein una de sus más profundas depresiones. “He estado pensando continuamente en quitarme la vida y todavía ahora me sigue asaltando ese pensamiento. Me he hundido hasta el fondo. ¡Ojalá no estés nunca en tal situación!”, le escribe a Paul Engelmann. ¿A qué se debió aquel estado de abatimiento? Según Ray Monk, se desencadenó por no haber podido publicar su Tractatus. Entró, dice este biógrafo, “en una profunda depresión tras el rechazo de Reclam”; “Tras el fracaso de la publicación de su obra en Reclam, se sentía espiritual y emocionalmente desmoralizado” (RM, pp. 182 y 183). Según William Bartley, la depresión tenía como causa detonante su desbordada promiscuidad y el hecho de no poder conciliarla con sus ideales ascéticos. ¿Cuál de estas dos hipótesis es más verosímil?
Cuando la editorial Reclam le confirmó que no le publicaría su libro si no le agregaba la introducción de Russell, la actitud que adoptó Wittgenstein no parecía venir por el lado de la tragedia. Antes al contrario: le escribió a Russell afirmando que el asunto lo dejaba indiferente:

O mi obra es del más alto valor o no lo es. En el último caso (el más probable), se me hace un favor si no se la imprime. Y en el primer caso, tanto da que se la imprima veinte o cien años más tarde o más temprano. A fin de cuentas, ¿a quién le interesa si la Crítica de la Razón Pura, por ejemplo, fue escrita en 17x o y? De modo que tampoco en el primer caso necesita ser impreso (RKM, p. 81).

Y al mismo tiempo que escribía esto a Russell, en ese tono, le confesaba a Engelmann que tenía miedo de que “el diablo venga y me lleve un día” (citado en RM, p. 182). Es decir, estaba verdaderamente aterrado de que viniesen a cobrarle sus pecados, y no creo que considerara Wittgenstein como un pecado digno del infierno el haberse negado a publicar un libro. Más bien parece que se deprime por un pecado que a sus ojos es tan grande como inconfesable: el sexo contra natura y el encarnizamiento promiscuo que le demandaba. Le pongo, nuevamente, una ficha a William Bartley.

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