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miércoles, 2 de octubre de 2019

Wittgenstein y el apokatástasis


Cierta vez, mientras conversaba con Drury, este le dijo a Wittgenstein que admiraba el punto de vista de Orígenes en relación al día del juicio final: el apokatástasis, doctrina que afirma que todos los pecadores, incluido el mismo Satán, serán perdonados y volverán al seno de Dios. Es una pena, le dijo Drury, que Orígenes haya sido considerado un hereje, pero Wittgenstein no estuvo de acuerdo: “Naturalmente que fue rechazado. De lo contrario todo sería absurdo. Si lo que hacemos ahora no va a contar para nada al final, entonces toda la seriedad de la vida queda eliminada” (citado en RM, p. 488). Es decir que según Wittgenstein, los que hacen el bien con el objetivo de ganarse el cielo son personas de lo más esclarecidas. Yo creo que a los hombres que así se comportan no tenemos que llamarlos esclarecidos sino egoístas: hacen el bien no porque su corazón se los pida, sino porque se los pide su cabeza, que calcula cómo evitar el infierno. El verdadero santo hace el bien porque sus valores, internamente, lo incitan a ello, sin interesarle en ese momento ni el cielo ni el infierno. Lo que propone Wittgenstein es fariseísmo puro, y no creo que con ello la vida gane seriedad sino más bien economía y tasación, y el amor desinteresado pierda.

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