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domingo, 1 de septiembre de 2013

Contra la relatividad de los valores (primera parte)

Ya es tiempo de entrar en campaña [...] contra las orgías del sentido histórico, contra el gusto excesivo por el proceso, en detrimento del ser.
Friedrich Nietzsche, "De la utilidad de los estudios históricos"

Según nos dice Albert Camus, "el arte nos lleva [...] a los orígenes de la rebelión, en la medida en que trata de dar forma a un valor que huye en el devenir perpetuo, pero que el artista presiente y quiere arrebatar a la historia" (El hombre rebelde, p. 250). Para Camus, el valor de la obra artística es inmarcesible, no depende de los vaivenes de la historia, está fuera del tiempo, pertenece a un "presente intemporal". Alfred Stern, criticando esta postura, se pregunta:

¿Pero no es todo esto más bien un hermoso sueño que una realidad, una ilusión acariciada por muchos artistas, que considerándose a sí mismos como creadores a imagen de Dios, se niegan a admitir la naturaleza perecedera de su obra? En lo que a mí respecta, dudo que dentro de dos mil años el mundo pueda apreciar todavía la belleza de la obra de Proust [...]. Al leer hoy el Werther de Goethe ya no se comprende cómo, ciento ochenta años atrás, pudo sacudir al mundo entero tan profundamente (Alfred Stern, La filosofía de la historia y el problema de los valores, p. 37).

Si la lectura de la obra de Proust --respondo-- no despierta ya los sentimientos que otrora despertaba, y si el Werther de Goethe no es ya leído con el entusiasmo con que lo leían los jóvenes alemanes del siglo XIX, será que la gente de hoy no es tan sensible a las obras de arte... o será que esos dos libros no son en realidad grandes obras de arte. O hay ceguera axiológica, o nos vendieron gato por liebre. Continúa Stern con su alegato:

Concedo que el artista quiera rescatar de la historia un valor que huye en perpetuo devenir, pero no estoy seguro de que lo consiga. Por el contrario, la historia de las artes y de las literaturas muestra que las concepciones estéticas cambian junto con los periodos históricos, que ellas también son [...] hijas de los tiempos. Solo unas pocas de las más grandes obras de arte han podido hasta hoy eludir la acción del tiempo histórico que, lenta pero seguramente, desintegra los viejos valores para abrir paso a los nuevos. ¿Cuánto tiempo resistirán aún esas grandes obras a las fuerzas disolventes de la historia?


Resistirán hasta el fin de los tiempos (si es que el fin de los tiempos llegase), porque como diría el primer Nietzsche, el arte, junto con la religión, permanecerán siempre a resguardo de aquellas fuerzas históricas que socavan la superficie pero jamás la esencia de las cosas.

2 comentarios:

  1. Buen tema a tratar, sobretodo, dada la situación actual del postmodernismo. Espero la segunda parte. Saludos!!

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  2. aquí va la segunda parte, espero sea también de tu agrado, estimado señor Anónimo

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