Un buen día para escribir un par de
párrafos acerca del gobierno que encabeza Mauricio Macri. Mauricio se ha
enamorado, como se enamorara Carlitos, como se enamorara Cristina, del dólar
barato. Si sigue así, terminará su gobierno como lo terminó Carlitos y como lo
terminó Cristina. El dólar barato y controlado es una tentación, sobre todo en
casos en que la inflación está desmadrada; pero es un arma de doble filo, y a
la larga te sale el tiro por la culata (ver anotaciones del 21/2/16). Por otra
parte, el déficit fiscal que heredó de Cristina sigue igual, si es que no ha crecido.
Cristina lo financiaba emitiendo moneda; Mauricio, pidiendo préstamos a la
banca mundial. Nos está endeudando a nosotros y a todos nuestros descendientes.
Pero no quiero ser demasiado duro con
este gobierno, que apenas lleva un par de años de rodaje. A los Kirchner los
critiqué por primera vez después de nueve años de haber comenzado sus tropelías
(ver anotaciones del 31/3/12); le daré entonces a Mauricio, para ser
equitativo, unos cuantos años más de gracia para que rectifique su política
económica y, olvidando los préstamos y dejando que el dólar trepe hacia su
nivel natural, reacomode el aparato productivo del país para que este vuelva a
generar riqueza. Que después esa riqueza se distribuya equitativamente será un
desafío, pero primero hay que generarla, porque actualmente no hay mucho para
distribuir.
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