Cristina Fernández de Kirchner resultó
electa senadora nacional este domingo, cargo que ya había ocupado. Era senadora
en el 2001 cuando escribió una carta dirigida al presidente de la Cámara. En la
misiva se lee lo siguiente:
Incorporar
a un ciudadano [al Senado] con múltiples procesos [judiciales], todos ellos con
motivo del ejercicio de la función pública [...] agregaría un escándalo difícil
de superar y heriría de muerte las posibilidades de reconciliar a la
institución con la sociedad (carta fechada el 14/12/1, citada en la edición
electrónica del diario La Nación del
día 19/7/17).
Ahora es ella
la que en pocos días se incorporará al Senado, y es ella también la que
atraviesa múltiples procesos judiciales (tres procesamientos —la causa
denominada “Dólar futuro”, otro procesamiento por asociación ilícita en el
manejo de los fondos públicos y un tercer procesamiento por la causa “Los
Sauces”— y tres imputaciones y pedidos de indagatoria —la causa “Hotesur”, la
causa denominada popularmente “La ruta del dinero K”, y una causa por traición
a la Patria relacionada con el atentado a la AMIA—). El único atenuante que yo
encuentro a esta contradicción entre lo que dijo y lo que hace radica en el
tiempo transcurrido desde la redacción de la carta. En dieciséis años uno puede
cambiar sus puntos de vista. “No voy para estatua”, decía Unamuno. O tal vez ha
sucedido que ya el Senado está tan desprestigiado que no cambia nada, no le
hace mella, que una multiprocesada forme parte de sus filas.
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