Leo a Gustav Fechner:
Si
el mundo, la tierra a nuestro alrededor, es una tumba, entonces en la muerte el
alma cae con el cuerpo en esa tumba; si el mundo alrededor nuestro es el cuerpo
vivo de Dios, y la tierra alrededor nuestro una parte de ese cuerpo con alma
divina, si lo inferior está incluido en lo superior, y finalmente todo tanto
aquí como allá está incluido en Dios, entonces nuestra muerte es solo un caso
particular del cambio de materia y del cambio de asiento espiritual en el
cuerpo vivo de Dios, una caminata desde la estrecha celda hasta la casa más
amplia (La cuestión del alma, cap.
VII, p. 132).
Una sublime visión poética de la cuestión metafísica por
excelencia. Y por ser tan bella, aumentan las posibilidades de que sea
verdadera.
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