Si las drogas
psicoactivas son la causa principal del auge del sida, queda sin explicación lo
que ocurre en África, el continente supuestamente más perjudicado por esta
enfermedad, porque allí las drogas recreativas prácticamente no se utilizan.
Para develar el enigma necesitamos entender que cuando las estadísticas nos
dicen que en África hay tantos o cuantos pacientes enfermos de sida, no nos
están diciendo en realidad que hay tantos o cuantos pacientes con HIV que
enfermaron de sida, como se estila en el resto del mundo. Debido a que los
africanos no pueden costear masivamente los test de HIV, los investigadores se
creyeron con derecho a considerar como enfermos de sida a los pacientes que
presentaban determinados síntomas, pese a no saber si tenían o no HIV. “El SIDA
es el nuevo nombre que se ha dado a 30 enfermedades cuando se dan junto con un
test positivo a los anticuerpos del HIV. Pero en África no es obligatorio
realizar este test” (Silvia Giménez, Sida,
un debate silenciado, p 168). Se necesitaba una definición de diagnóstico
de sida para los países que no disponían del equipamiento necesario para
realizar los análisis de sangre[1],
y la Organización Mundial de la Salud accedió.
Al observar a la gente enferma en
Zaire, los estadounidenses antes de pasar ningún test identificaron la epidemia
de SIDA en este país, y se estableció la definición Bangui[2].
[...] Lo que significa que si tienes diarrea, 10% de pérdida de peso y fiebre
eres caso SIDA, si tienes diarrea, tos y fiebre durante un mes, también eres
caso SIDA. De esta manera se constata cómo se están renombrando algunas de las
enfermedades de la pobreza (op. cit, p. 168).
Los
africanos no están muriendo de sida, o en todo caso, no está muriendo debido al
virus HIV: están muriendo de hambre y de pobreza, igual que se morían desde
mucho antes de la aparición del sida[3].
[1] Y aunque los africanos contasen con los
recursos necesarios, las pruebas de laboratorio serían problemáticas: los test
ELISA y Western Blot son casi inútiles en la región, porque producen reacciones
cruzadas con otros anticuerpos de enfermedades endémicas en la zona.
[2] Esta definición establece que se considera
diagnóstico sida, sin pruebas de laboratorio del VIH, si se manifiestan al
menos dos síntomas o signos principales y al menos un síntoma o signo menor en
adultos o dos signos menores para los niños. Los síntomas o signos principales
son: pérdida de peso mayor al 10%, fiebre durante un mes, diarrea durante un
mes. Los signos menores son (entre otros): tos durante un mes y Dermatitis
pruriginosa generalizada.
[3] El descargo del mayor defensor de la
hipótesis vírica del sida es el siguiente: “El VIH, no la pobreza, predice la
progresión al SIDA en África. Por supuesto, vivir en la pobreza aumenta el
riesgo de contraer la infección por el VIH, porque las personas pobres tienen
menos acceso a la información sobre cómo se transmite el VIH y cómo evitar
contraer esta infección. Además, las personas pobres, especialmente las
mujeres pobres, con frecuencia tienen menos poder para negociar el uso de
condones. Las personas infectadas por el VIH que viven en entornos de
escasos recursos pueden progresar más rápidamente al SIDA y la muerte debido a
su acceso reducido a la atención médica y su estado de salud general disminuido
en comparación con las personas que residen en entornos más ricos. […] las enfermedades que se han asociado con el SIDA
en África, como el síndrome de desgaste, las enfermedades diarreicas y la
tuberculosis, han sido durante mucho tiempo cargas severas allí. Sin embargo,
las altas tasas de mortalidad por estas enfermedades, anteriormente confinadas
para las personas mayores y desnutridas, ahora son comunes entre las personas
jóvenes y de mediana edad infectadas por el VIH, incluidos los miembros bien
educados de la clase media” (Robert Gallo y otros, “Errores en el artículo de
Celia Farber de marzo de 2006 en la revista Harper”, artículo disponible en
internet).
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