Digamos, de manera sucinta, que la
diferencia entre las experiencias extáticas y las visiones místicas radica en
que las primeras son físicas y las segundas metafísicas. Las primeras son cerebrales;
las segundas, celestiales. Las primeras son de gran provecho para los artistas,
porque despiertan en ellos canales diferentes de inspiración, mientras que
aprovechan mejor las segundas los filósofos y los santos, y los aspirantes a
tales, porque allanan el camino al pensamiento trascendente y al recto proceder.
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