Según
Eduard von Hartmann, la única alternativa a la irreligiosidad futura es el
panteísmo:
Que el teísmo personal trascendente ha
llegado a ser inaceptable para la conciencia moderna, en sí mismo igual que por
sus consecuencias [...], es un punto que ha sido tratado con frecuencia, y nada
más que un espíritu conservador respetable, pero ignorante de la ciencia, puede
hacerse ilusiones sobre tal hecho. Pero ante esta imposibilidad del teísmo, he
aquí lo que llega a ser una cuestión vital para la religiosidad y para el
idealismo de la humanidad; el panteísmo debe penetrar en la conciencia de los pueblos
que representan la civilización moderna; porque si esto no tiene lugar, si no
se verifica a tiempo, ¿qué acontecerá necesariamente? Que el naturalismo
materialista irreligioso ocupará el lugar vacío, proceso que se efectúa todos
los días ante nuestros ojos (La religión
del porvenir, cap. IX).
Yo creo
que para evitar la crisis de la religiosidad, lo que necesitamos no es el
panteísmo sino el panenteísmo. Según esta doctrina, Dios no sería todas las cosas, sino que estaría en todas las cosas, amén de
trascenderlas.
Tal vez
el panteísmo convenga a los orientales, pero a nosotros los occidentales nos
queda un poco apretado. Creo que el panenteísmo nos calzaría perfecto.
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