Hoy cumple cincuenta años, subió cincuenta peldaños
un amigo que el destino me ofreció de carambola.
Es un hombre extraordinario, un actor cuyo escenario
es bien multitudinario; vive en una batahola.
Yo soy bien introvertido, paso desapercibido
por casi todo recinto; esa es mi forma de ser.
Es un hombre extraordinario, un actor cuyo escenario
es bien multitudinario; vive en una batahola.
Yo soy bien introvertido, paso desapercibido
por casi todo recinto; esa es mi forma de ser.
Con Adrián es lo contrario: nunca vive
solitario,
tiene un talento palmario para dejarse querer.
Todo ser, a su contacto, acusa siempre el impacto,
como si una flecha roma le abollara el corazón.
Es un cupido curioso: tiene el don maravilloso
de unir en trance amistoso, a todos, sin distinción.
tiene un talento palmario para dejarse querer.
Todo ser, a su contacto, acusa siempre el impacto,
como si una flecha roma le abollara el corazón.
Es un cupido curioso: tiene el don maravilloso
de unir en trance amistoso, a todos, sin distinción.
Hoy , Adrián, yo te regalo este poema tan malo
porque no me dio la gana de obsequiarte un pantalón.
Tu amistad es un tesoro y por eso yo te imploro
¡que no sufra deterioro y que no encuentre oposición!