"Con la abolición de la propiedad privada tendremos un verdadero, hermoso, sano Individualismo. Nadie perderá su vida en acumular cosas y los símbolos para las cosas. Se vivirá. Vivir es la cosa menos frecuente en el mundo. La mayoría de la gente existe, eso es todo.
Será maravilloso ver la verdadera personalidad del hombre. Se desarrollará natural y simplemente, como crece una flor o un árbol. No estará en discordia. Nunca argumentará ni disputará. No tendrá que demostrar cosas. Lo sabrá todo. Y sin embargo, no se preocupará por el conocimiento. Tendrá sabiduría. Su valor no se medirá con cosas materiales. No tendrá nada. Y sin embargo, tendrá todo y aunque se le saque, siempre le quedará, tan rico será. No estará siempre entrometiéndose con los demás, o pidiéndoles que sean como él. Los amará por ser diferentes. Y si bien no se entrometerá en la vida de los demás, los ayudará a todos, de la misma forma que una cosa hermosa nos ayuda, por ser lo que es. La personalidad del hombre será verdaderamente maravillosa. Será tan maravillosa como la personalidad de un niño.
[...] Lo que Jesús quiso decir al hombre era esto: «Tienes una magnífica personalidad. Desarróllala. Sé tú mismo. No imagines que tu perfección resida en acumular o poseer cosas externas. Tu afecto está dentro tuyo. Si solamente te dieras cuenta de esto, no querrías ser rico. Las riquezas ordinarias le pueden ser robadas a un hombre. Las verdaderas riquezas, no. En el tesoro de tu alma hay cosas infinitamente preciosas, que no te pueden quitar. Trata entonces de modelar tu vida en forma tal que las cosas externas no te dañen. Y trata también de librarte de la propiedad privada. Implica sórdida preocupación, infinito trabajo, continuo mal. La propiedad personal obstaculiza a cada paso al Individualismo»" (Oscar Wilde, El alma del hombre bajo el socialismo., pp. 21 a 24).
Este hombre, a quien ningún "filósofo" ha catalogado como filósofo, ha escrito una de las verdades más trascendentes de todas cuantas que he leído, seguramente sospechada por los "filósofos" pero no plasmada por ser ellos demasiado ricos y cobardes --cualidades incompatibles con el verdadero filósofo--, y esta verdad atenta contra la protección que todos los ricos y los cobardes necesitan para vivir. He aquí el párrafo completo:
"Junto con la autoridad, desaparecerá el castigo. Esto representa un gran beneficio; un beneficio de incalculable valor. A medida que se lee la historia, y no en las versiones expurgadas escritas para escolares y transeúntes, sino la de autoridades originales de cada época, uno se siente enfermo, no por los crímenes cometidos por los malvados, sino por los castigos infligidos por los buenos; y una comunidad se embrutece infinitamente más con el empleo habitual de castigo que con el crimen ocasional. Resulta obvio que cuantos más castigos se infligen más crímenes se producen, y la legislación más moderna así lo reconoce, y se ha propuesto disminuir lo más posible el castigo. Y donde éste ha podido realmente disminuirse, los resultados han sido extremadamente buenos. Cuanto menos castigo, menos crimen. Allí donde no exista castigo, el crimen dejará de existir, o si ocurre será tratado por los médicos como una forma lamentable de demencia y será curada con cuidados y bondad. Pues aquellos a quienes se llama criminales hoy día, de ninguna manera lo son. El hombre, y no el pecado, es el padre del crimen moderno. Esa es, en realidad, la razón por la que nuestros criminales son, como clase, tan absolutamente poco interesantes desde el punto de vista psicológico. No son ni los maravillosos Macbeths ni los terribles Vautrins. Son simplemente lo que sería la gente ordinaria, respetable y común si no hubiese tenido bastante para comer. Cuando quede abolida la propiedad privada, no habrá necesidad del crimen, nadie se interesará por él; dejará de existir. Por supuesto, no todos los crímenes son crímenes contra la propiedad, aunque éstos sean los crímenes que la ley inglesa, valorando más lo que el hombre tiene que lo que el hombre es, castiga con más terrible y horrible severidad (si efectuamos el crimen de asesinato, y consideramos a la muerte como peor que la servidumbre penal, punto sobre el cual entiendo que nuestros criminales discrepan). Pero aunque un crimen pueda no ser contra la propiedad, puede surgir de la miseria, la rabia y la depresión producidas por nuestro equivocado sistema de tenencia de propiedad, de modo que cuando el sistema quede abolido, desaparecerá. Cuando cada miembro de la comunidad tenga lo necesario para sus necesidades y su vecino no interfiera en su vida, no tendrá ningún interés en interferir en la vida de los demás. Los celos, que son una extraordinaria fuente de crimen en la vida moderna, son una emoción estrechamente ligada a nuestra concepción de la propiedad que, bajo el Socialismo y el Individualismo, desaparecerá. Es notable comprobar que en tribus de tipo comunitario, los celos son enteramente desconocidos" (pp. 27-8).
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarImprescindible, lo enviaré por mail a mis contactos (con cita, claro). Un abrazo
ResponderEliminarmuchas gracias por difundir el pensamiento del Oscar Wilde postrero, sin dudas mucho más interesante que el Oscar Wilde fiestero.
Eliminar