"El espíritu científico --ha dicho Émile Boutroux-- no sólo es distinto del espíritu
religioso, sino que es, precisamente, su negación; ha nacido de la reacción de
la razón contra tal espíritu; su triunfo y la desaparición del espíritu
religioso son una sola y misma cosa" (Selección
de textos, Buenos Aires, editorial
Sudamericana, p. 119). A esta sentencia opongo, furibundamente, esta otra, que
me parece más atinada: "Lentamente nuestra razón extiende sus leyes
a regiones remotas. Lentamente la ciencia integra los fenómenos en una unidad
superior, cuya intuición es esencialmente religiosa, porque no es la religión
lo que la ciencia destruye, sino las religiones" (Rafael Barrett, "El
esfuerzo").
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