¿Es correcto reírse de la desgracia ajena,en este caso de la locura? Creo que no, pero igual los locos no se van a enterar...
Los siguientes fragmentos fueron extraídos del libro Introducción al diagnóstico de las psicosis del doctor Juan Carlos Goldar (Buenos Aires, Salerno, 1994):
M. G., 33 años. Fue una niña retraída; aplicada en la escuela y sobresaliente en el secundario. A los quince años comenzó a sufrir distimias agresivas. Dejó el colegio, abandonó su higiene y pasaba todo el día encerrada en su cuarto. Cuando la madre intentaba alimentarla o conducirla al baño, reaccionaba con violencia y frecuentemente gritaba "quiero morir". A los dieciocho años, después de diversos e inútiles tratamientos, fue internada. [...] La jefa de enfermeras le ha tomado cariño y a veces la lleva de paseo; cuando esto va a ocurrir, la paciente presenta una nota de este tipo:
Doctor por favor quiero pedirle que me haga el permiso para mañana martes 26 lo adoro a nuestro doctor por lo tan bueno que es con nosotras es maravilloso y que viva muchísimos años que Jesucristo siempre lo proteja y lo ilumine a usted el grande.
Esta falta de puntuación aparece en la mayoría de sus escritos. Al entregar la nota se pone de rodillas, con las manos en posición de rezar y, al conseguir el permiso, intenta besarnos las manos, besa la silla y el escritorio, se dirige hacia el crucifijo, besa a Cristo, eleva los brazos con aire triunfal y se retira corriendo. Al día siguiente nos niega el saludo. Por lo general permanece solitaria en el jardín, leyendo folletos evangelistas o escribiendo sobre Dios y Cristo. [...] Algunas notas sobre Cristo son entregadas a los médicos. La más extensa, en la cual M. G. presenta su "sistema", es la siguiente:
Jesús fue crucificado le clavaron espinas y lo hicieron sufrir y Jesús murió por nosotros en cambio Dios es el demonio que lo tentó a su propio hijo Jesús para morir. Dios es igual es el demonio el diablo Dios = demonio Dios es igual a muerte Jesús es igual a la vida un día cuando Jesús resucite todos estaremos felices sin muertes sin sufrimientos sin confusiones en el pensamiento y el único que estará muerto sólo él será Dios y todos nosotros felices en el cielo sea igual que la tierra y la tierra igual al cielo. El que estará muerto eternamente será Dios Dios es el único asesino y Dios habla del pecado pero Dios que gobierna el mundo gobierna que haya muertes que alguien asesina pero único asesino que hay es Dios doctor mire qué gran diferencia hay entre Jesús que sufrió y murió por nosotros. En cambio Dios provoca muertes y sufrimiento es el asesino el único pero hay que dejarlo que siga asesinando pero cuando Jesús se levante de esa cruz que lo mandó matar a su padre Dios la vida será Jesús Jesús igual a la vida y el que estará muerto solamente será Dios sólo Dios mi único enemigo es Dios si alguien asesina a otra persona el que guía a que el asesino mate es el único culpable Dios mi Cristo es Jesús donde Jesús está crucificado y un día que es mi única esperanza Jesús resucite el que tendrá muerte para siempre sólo será para Dios el demonio Dios = demonio Dios = muerte Jesús = vida eterna para todos sin muertes. Dios castiga matando Jesús vendrá un día saldrá resucitará de la cruz que está clavado para darnos vida Jesús es vida eterna Dios es el castigador y la muerte.
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E. S., 62 años. Permanece generalmente solitaria, en su cama o parada en el pasillo manteniendo un jarro, con su mano derecha, a la altura del pecho. A veces deja este aislamiento para comunicarse casi exclusivamente con los médicos. Entra al consultorio con largos y rápidos pasos; trae jabones, papel higiénico y algún periódico, todo en una bolsa de plástico. Son producto de su reciente compra, en el kiosco del hospital o en algún comercio cercano al hospital. Regala lo que trae; lo coloca sobre el escritorio, muchas veces encima de la historia clínica que estamos utilizando. "La negrita no olvida..., siempre, padre, tendrá lo que haga falta", comenta mientras ofrece los jabones. Cuando le decimos que no debe gastar así su dinero, que sería mejor que compre lo que ella necesita, nos responde pidiendo dinero. [...] Tiene días muy malhumorados; en uno de ellos le gritó un médico "fuera de aquí, víbora, veneno del pabellón". [...] Cuando está comunicativa y algo exaltada, saluda inclinando lentamente el tronco hasta ponerlo casi horizontal; luego extiende los brazos --el jarro siempre en el extremo del derecho-- y se va elevando con lentitud, mientras hace girar todo el cuerpo como en un paso de ballet. Puede, entonces, dejar el jarro; se coloca en posición de cantante y nos ofrece una pieza de su repertorio. [...] Si alguien, después de la interpretación, aplaude, ella lo calma con un ademán de superioridad. [...] Cuando abandona su cama o su lugar en el pasillo, se ofrece a veces para realizar mandados; si, entonces, algo le pedimos, comienza a poner dificultades diciendo, por ejemplo, que está cansada. [...] Cuando un médico le dijo "¿en qué quedamos?, ¿quiere o no quiere ir?", ella elevó ambas manos, las juntó frente a su cara e imitó el sonido de una máquina fotográfica. Luego extendió los brazos, miró al médico con grandes ojos y preguntó con humildad "¿puede retirarse la negrita?" [...]
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N. H., 43 años. En el primer año de la secundaria empezó a sentir miedo a la gente. Intentaba tirarse de trenes y colectivos. Una voz le dijo "matate... no podés vivir más". Se metió en una fábrica e intentó cortarse la mano derecha con una sierra. [...] Poco a poco fue penetrando en el misticismo. Se colocó un pañuelo en la cabeza como símbolo de creencia religiosa, y mucho costaba sacarle ese pañuelo para higienizarla. Se arrodillaba en el pasillo del pabellón y rezaba mientras el personal de limpieza debía realizar su tarea evitando a esta penitente. A veces permanecía rezando bajo la lluvia. Caminaba lentamente; cuando escuchaba su nombre se sobresaltaba, cubría su boca con las manos y miraba con grandes ojos. Luego giraba la cabeza en gesto de dolor moral y se arrodillaba para recomendar sus plegarias. Con las manos juntas frente al pecho, pasaba horas mirando el cielo. Decía que los médicos eran dioses y que debía respetarlos como tales. "No me mienta... usted es Dios, ¿verdad?", preguntaba al médico con aire suplicante. Sorpresivamente dejaba esta postura y sonreía con burla, pero rápidamente volvía al patetismo místico. Una mañana sacó restos de alimentos que se encontraban en el cubo de residuos, y los comió, afirmando que no podían hacerle daño pues eran "cositas de Dios". A la pregunta "¿es usted enviada de Dios?" respondió "no sé... me parece que usted es Dios... estoy tan confundida...". [...] Pasó semanas sin ponerse su prótesis dental, y lo explicaba con estas palabras: "quiero estar así, sin nada, total... yo ya soy como una viejita, como una viejita buenita". Al decir esto, juntaba las manos bajo su mandíbula, elevaba los hombros y miraba con una expresión tan desconsolada como burlesca. Sorpresivamente se puso la prótesis, se pintó los labios y anunció su próxima boda con un norteamericano. Hablaba con acento extranjero y empleaba los verbos en infinitivo. "Yo casar pronto, usted traer mi novio norteamericano, todos preparar fiesta". A la semana ya no hablaba de casamiento, y poco después volvió a rezar en medio del pasillo. Cuando le preguntamos por el norteamericano, nos miró muy ofendida; pocos minutos después trajo un alfajor, lo besó y lo puso con suavidad en una bandeja. "Es todo lo que tengo" nos dijo, y se alejó con aire apenado.
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Doctor por favor quiero pedirle que me haga el permiso para mañana martes 26 lo adoro a nuestro doctor por lo tan bueno que es con nosotras es maravilloso y que viva muchísimos años que Jesucristo siempre lo proteja y lo ilumine a usted el grande.
Esta falta de puntuación aparece en la mayoría de sus escritos. Al entregar la nota se pone de rodillas, con las manos en posición de rezar y, al conseguir el permiso, intenta besarnos las manos, besa la silla y el escritorio, se dirige hacia el crucifijo, besa a Cristo, eleva los brazos con aire triunfal y se retira corriendo. Al día siguiente nos niega el saludo. Por lo general permanece solitaria en el jardín, leyendo folletos evangelistas o escribiendo sobre Dios y Cristo. [...] Algunas notas sobre Cristo son entregadas a los médicos. La más extensa, en la cual M. G. presenta su "sistema", es la siguiente:
Jesús fue crucificado le clavaron espinas y lo hicieron sufrir y Jesús murió por nosotros en cambio Dios es el demonio que lo tentó a su propio hijo Jesús para morir. Dios es igual es el demonio el diablo Dios = demonio Dios es igual a muerte Jesús es igual a la vida un día cuando Jesús resucite todos estaremos felices sin muertes sin sufrimientos sin confusiones en el pensamiento y el único que estará muerto sólo él será Dios y todos nosotros felices en el cielo sea igual que la tierra y la tierra igual al cielo. El que estará muerto eternamente será Dios Dios es el único asesino y Dios habla del pecado pero Dios que gobierna el mundo gobierna que haya muertes que alguien asesina pero único asesino que hay es Dios doctor mire qué gran diferencia hay entre Jesús que sufrió y murió por nosotros. En cambio Dios provoca muertes y sufrimiento es el asesino el único pero hay que dejarlo que siga asesinando pero cuando Jesús se levante de esa cruz que lo mandó matar a su padre Dios la vida será Jesús Jesús igual a la vida y el que estará muerto solamente será Dios sólo Dios mi único enemigo es Dios si alguien asesina a otra persona el que guía a que el asesino mate es el único culpable Dios mi Cristo es Jesús donde Jesús está crucificado y un día que es mi única esperanza Jesús resucite el que tendrá muerte para siempre sólo será para Dios el demonio Dios = demonio Dios = muerte Jesús = vida eterna para todos sin muertes. Dios castiga matando Jesús vendrá un día saldrá resucitará de la cruz que está clavado para darnos vida Jesús es vida eterna Dios es el castigador y la muerte.
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E. S., 62 años. Permanece generalmente solitaria, en su cama o parada en el pasillo manteniendo un jarro, con su mano derecha, a la altura del pecho. A veces deja este aislamiento para comunicarse casi exclusivamente con los médicos. Entra al consultorio con largos y rápidos pasos; trae jabones, papel higiénico y algún periódico, todo en una bolsa de plástico. Son producto de su reciente compra, en el kiosco del hospital o en algún comercio cercano al hospital. Regala lo que trae; lo coloca sobre el escritorio, muchas veces encima de la historia clínica que estamos utilizando. "La negrita no olvida..., siempre, padre, tendrá lo que haga falta", comenta mientras ofrece los jabones. Cuando le decimos que no debe gastar así su dinero, que sería mejor que compre lo que ella necesita, nos responde pidiendo dinero. [...] Tiene días muy malhumorados; en uno de ellos le gritó un médico "fuera de aquí, víbora, veneno del pabellón". [...] Cuando está comunicativa y algo exaltada, saluda inclinando lentamente el tronco hasta ponerlo casi horizontal; luego extiende los brazos --el jarro siempre en el extremo del derecho-- y se va elevando con lentitud, mientras hace girar todo el cuerpo como en un paso de ballet. Puede, entonces, dejar el jarro; se coloca en posición de cantante y nos ofrece una pieza de su repertorio. [...] Si alguien, después de la interpretación, aplaude, ella lo calma con un ademán de superioridad. [...] Cuando abandona su cama o su lugar en el pasillo, se ofrece a veces para realizar mandados; si, entonces, algo le pedimos, comienza a poner dificultades diciendo, por ejemplo, que está cansada. [...] Cuando un médico le dijo "¿en qué quedamos?, ¿quiere o no quiere ir?", ella elevó ambas manos, las juntó frente a su cara e imitó el sonido de una máquina fotográfica. Luego extendió los brazos, miró al médico con grandes ojos y preguntó con humildad "¿puede retirarse la negrita?" [...]
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N. H., 43 años. En el primer año de la secundaria empezó a sentir miedo a la gente. Intentaba tirarse de trenes y colectivos. Una voz le dijo "matate... no podés vivir más". Se metió en una fábrica e intentó cortarse la mano derecha con una sierra. [...] Poco a poco fue penetrando en el misticismo. Se colocó un pañuelo en la cabeza como símbolo de creencia religiosa, y mucho costaba sacarle ese pañuelo para higienizarla. Se arrodillaba en el pasillo del pabellón y rezaba mientras el personal de limpieza debía realizar su tarea evitando a esta penitente. A veces permanecía rezando bajo la lluvia. Caminaba lentamente; cuando escuchaba su nombre se sobresaltaba, cubría su boca con las manos y miraba con grandes ojos. Luego giraba la cabeza en gesto de dolor moral y se arrodillaba para recomendar sus plegarias. Con las manos juntas frente al pecho, pasaba horas mirando el cielo. Decía que los médicos eran dioses y que debía respetarlos como tales. "No me mienta... usted es Dios, ¿verdad?", preguntaba al médico con aire suplicante. Sorpresivamente dejaba esta postura y sonreía con burla, pero rápidamente volvía al patetismo místico. Una mañana sacó restos de alimentos que se encontraban en el cubo de residuos, y los comió, afirmando que no podían hacerle daño pues eran "cositas de Dios". A la pregunta "¿es usted enviada de Dios?" respondió "no sé... me parece que usted es Dios... estoy tan confundida...". [...] Pasó semanas sin ponerse su prótesis dental, y lo explicaba con estas palabras: "quiero estar así, sin nada, total... yo ya soy como una viejita, como una viejita buenita". Al decir esto, juntaba las manos bajo su mandíbula, elevaba los hombros y miraba con una expresión tan desconsolada como burlesca. Sorpresivamente se puso la prótesis, se pintó los labios y anunció su próxima boda con un norteamericano. Hablaba con acento extranjero y empleaba los verbos en infinitivo. "Yo casar pronto, usted traer mi novio norteamericano, todos preparar fiesta". A la semana ya no hablaba de casamiento, y poco después volvió a rezar en medio del pasillo. Cuando le preguntamos por el norteamericano, nos miró muy ofendida; pocos minutos después trajo un alfajor, lo besó y lo puso con suavidad en una bandeja. "Es todo lo que tengo" nos dijo, y se alejó con aire apenado.
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Continuará mañana
Ja, lo citaste. Perdón, me retracto.
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