La tesis que sustenta José Luis Romero en su Estudio de la mentalidad burguesa es la de que dicha mentalidad, a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, ha ingresado a una crisis terminal, cuyos principales síntomas pueden agruparse bajo el vocablo “disconformismo”. Estos síntomas “no se perciben con facilidad, pero en rigor ésta ha sido la forma de anunciarse de todos los grandes cambios históricos” (p. 163). Y desde el último párrafo del ensayo es aún más concluyente: “Puede vislumbrarse el final de la mentalidad burguesa”.
Este libro, es menester aclararlo, está basado en un curso dictado por Romero en 1970, a dos años del mayo francés y en la plena efervescencia de los movimientos contraculturales. Ahora, 40 años después, no somos tan optimistas respecto del ocaso de dicha mentalidad; más bien deberíamos decir que la mentalidad burguesa está en su apogeo. ¿Y por qué habrán sido los movimientos contraculturales impotentes a la hora de destronar a la gran reina, pronta ya a cumplir un milenio dirigiendo los destinos de la gente? La respuesta es sencilla: porque se basaron, piensen ellos lo que quisieren pensar, en una única y simple idea que los subsumía y los hipnotizaba: el hedonismo. En lugar de transmutar los falsos valores de la burguesía, adoptando sus contrarios, se renunció a valorar nada y se optó por el placer, que desde Hildebrand a esta parte sabemos perfectamente que carece de valor. Y una revolución que tiene como meta el placer y sólo el placer, sin ningún valor de peso que la sustente desde arriba, no es una revolución sino una mera insurrección, y una insurrección destinada al fracaso.
Criticar el consumo y el enajenamiento que el consumo produce consumiendo montañas de droga y enajenándose convenientemente; hubiese sido la más grande paradoja que de esta paradoja surgiese algo revolucionario.
Hablando desde la ignorancia, es injusto enarbolar la opinión de que el único valor del movimiento jipi fue la búsqueda del placer, véase como ejemplo el consumo de drogas. Es cierto que es el valor que más ha resistido el paso del tiempo, pero es seguro que entre sus valores estaban la búsqueda de la paz, el respeto a todos los seres y la convivencia armoniosa. Estos valores, junto a otros, sustentaban desde la base el movimiento jipi.
ResponderEliminarFue un movimiento visto como contrario desde la cultura burguesa, pero en realidad cada movimiento cultural ofrece visiones complementarias para mirar el mundo. Mientras haya variedad de pensamiento, podremos decir que la sociedad está viva.
Sí, me olvidé de la búsqueda de la paz, del respeto a todos los seres, animales incluidos, y algunas otras cosillas que el movimiento hippie reivindicaba. Muchas gracias, señor anónimo, por hacerme descender de mis opiniones muchas veces fundamentalistas.
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