Voy a terminar esta revisión corrigiendo la postura popperiana respecto
de nuestro conocimiento de las leyes naturales.
Yo le atribuí a Popper, desde una nota al pie de la p. XXX [p. 923 del
manuscrito] de este diario, la idea de que si bien nunca podremos estar seguros
de que tal o cual ley de la naturaleza es cien por ciento verdadera, podría
suceder que, aunque no lo sepamos, de hecho lo sea. Esta es la posición que
adopta en su Conocimiento objetivo,
que data de 1972, y que venía sosteniendo desde mucho antes, según se desprende
del siguiente pasaje tomado del apéndice X de La lógica del investigación científica, apéndice añadido a esta
obra en 1958:
No podemos nunca saber si una supuesta ley de la
Naturaleza lo es auténticamente, o si parece serlo pero depende, en realidad, de
ciertas condiciones iniciales peculiares existentes en nuestra zona del
universo. Por lo tanto, no llegaremos jamás a averiguar si un enunciado dado no
lógico es de hecho naturalmente necesario: la conjetura de que lo es no deja
jamás de serlo.
La conjetura nunca
dejará de ser conjetura, pero el enunciado mismo, objetivamente, podría
corresponder a una ley exacta de la naturaleza; eso es lo que afirmaba Popper.
Pues bien: Popper cambió de parecer. En una nota al pie de la p. 176 de su Búsqueda sin término escrita en 1974,
nos comenta:
Puede que el conjunto de
enunciados teoréticos verdaderos de la física no sea (finitamente)
axiomatizable; a la luz del teorema de Gödel, es casi cierto que no lo es.
Y retrocediendo una página en esa misma obra
encontramos esta declaración:
Incluso si un día
alcanzásemos un estadio en el que nuestras teorías ya no estuviesen abiertas a
corrección, porque fuesen simplemente verdaderas, todavía no serían completas
--y nosotros lo sabríamos. Porque entraría en juego el famoso teorema de
incompletitud de Gödel: teniendo en cuenta el trasfondo matemático de la
física, se necesitaría, en el mejor de los casos, una secuencia infinita de
tales teorías verdaderas para responder a los problemas que en cualquier teoría
(formalizada) serían indecibles.
El profesor Imre Lakatos había criticado, a
comienzos de la década del 60, la primera de las posturas descritas:
No me gustó el hincapié
que ha hecho Popper recientemente en la posibilidad de que pudiéramos, sin
saberlo, encontrar la verdad última. Tenía prejuicios contra esta tesis
jenofóntica porque contradice algunas de mis más estimadas ideas aprendidas del
marxismo (y no veo por qué debiera abandonarlas). Engels escribe que
"aquel conocimiento que encierra una pretensión incondicional de verdad se
plasma en un número de errores relativos; ni la verdad absoluta del
conocimiento ni la soberanía del pensamiento pueden realizarse plenamente a no
ser en la eternidad sin fin de la existencia humana [...]"[1]. Así
pues, como afirma Engels de un modo explícito, la verdad última sólo puede
alcanzarse "desde un punto de vista práctico, por la sucesión sin fin de
las generaciones humanas". O, para citar a Lenin: podemos "acercarnos
más y más a la verdad objetiva (sin alcanzarla nunca)"[2].
Ahora Popper dice que aquí y allá, aunque sin saberlo, podemos alcanzarla. Pienso que esto constituye un defecto en su
falibilismo, y por eso he intentado corregirlo [...] con mi doctrina de las
sentencias infinitas contenidas en el proyecto divino del Universo. Según tal
doctrina, no puede haber enunciados humanos que expresen la ley natural. Pienso
que se trata de un rasgo antropomórfico insatisfactorio, [...] el que [Popper]
desee encontrar enunciados naturalmente necesarios entre los enunciados del
lenguaje humano.
[...]
En mi sistema no pueden existir enunciados naturalmente necesarios de longitud
finita; además, todos los enunciados universales [de longitud finita], ya sean supuestamente
necesarios o accidentales, no son más que enunciados falsos (Matemáticas, ciencia y epistemología,
cap. 7, secc. 2).
Parece que Popper
aceptó esta crítica, entendió (sobre todo a la luz del teorema de incompletitud
de Gödel) que era válida, y terminó --como yo mismo lo hice-- pasándose al bando de Lakatos[3].
[1] Friedrich Engels: Anti-Dühring (1894).
[2] Vladimir Lenin: Materialismo y empirio-criticismo
(1908).
[3] (Nota añadida el 22/5/3.) Y sin embargo,
el nonagenario Popper habría retomado, en sus últimos días, su primera
creencia. Esto se desprende de la entrevista que le realizara John Horgan en
1992. "En efecto [dice Horgan refiriéndose a Popper], no le cabía «la
menor duda» de que algunas teorías científicas al uso eran absolutamente
verdaderas (aunque se negó a decir cuáles en concreto)" (John Horgan, El fin de la ciencia, cap. 2).
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