Como en
una reunión hubiese colegido muchos vicios contra él Zopiro, que se jactaba de
percibir el carácter de cualquiera con base en la fisonomía, se rieron de él
los demás que no reconocían en Sócrates aquellos vicios; pero fue confortado
por Sócrates mismo, pues dijo que aquéllos habían estado innatos en él, pero
que los había alejado de sí con ayuda de la razón.
Cicerón, Disputas tusculanas, libro IV, cap. XXXVII, secc. 80
Cosas que hacía yo
cuando niño: inyectaba a las gatas peludas con DDT para observar cómo se
retorcían, o las asaba a la parrilla, o aún peor, encerraba a los sapos en una
mantequera, los enterraba en ella y al día siguiente los desenterraba para
confirmar su deceso. Sin duda el gen de la maldad me ha venido de fábrica
--porque mi entorno jamás me ha incentivado a realizar tales actos--, y por
ello debo estar bien alerta si es que pretendo mejorar mi carácter.
No existe un gene de la maldad. En ese punto puedes estar tranquilo.
ResponderEliminarOtra cosa son tus elecciones libres, ya desde pequeño, que configuran tu vida.
Pero ya has rectificado.
sí creo que sí. Por lo menos ya no entierro a los sapos...
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