Vistas de página en total

Mostrando entradas con la etiqueta Ryback Timothy. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ryback Timothy. Mostrar todas las entradas

martes, 26 de junio de 2018

Hitler como escritor


Las personas que leen poco por lo general no escriben bien, como es el caso de la mayoría de los periodistas, pero también están los que no escriben bien habiendo leído mucho, y este es el caso de Hitler. Mi lucha, su gran libro autobiográfico, es la prueba tangible de la baja intelectualidad y del rudimentario manejo de las letras que tenía este siniestro personaje.

En los trozos que se conservan del manuscrito original [...], el autor, que a la sazón contaba treinta y cinco años, aparece como un hombre de poca cultura que no ha llegado a dominar siquiera la ortografía básica ni muestra un conocimiento normal de la gramática. Estos textos inéditos están plagados de errores léxicos y sintácticos, por no hablar de la puntuación o del criterio para las mayúsculas, tan precaria la una como inexistente el otro (Timothy Ryback, Los libros de gran dictador, p. 105).

No se puede sacar aceite de las piedras. El que nace para pito, por mucho que lea, nunca llega a ser corneta.

lunes, 25 de junio de 2018

Hitler como lector


En Los libros de gran dictador, Timothy Ryback analiza los gustos literarios de Hitler a través de un minucioso análisis de su biblioteca privada. Llega a la conclusión de que Hitler era un lector furibundo e insaciable, pero intelectualmente muy pobre. Leía muy poco sobre política y mucho menos sobre filosofía. Se jactaba de haber leído a Schopenhauer, pero escribía su apellido con dos pes, “como atestiguan las notas que escribió para sus discursos” (p. 81). Leía mucho sobre astrología, espiritismo, dietética, cuestiones eclesiásticas y le fascinaban sobre todo las novelas populares, policíacas, de aventuras y románticas. Era sin dudas un lector diletante. Diletante es aquel lector que se deleita leyendo y que lo hace por mera afición, sin que lo mueva un interés profesional, pero también es diletante quien cultiva una actividad de manera superficial o esporádica. Hitler era un lector diletante en ambos sentidos. No hay nada de malo en leer por afición y por placer y no por interés profesional; lo malo es leer cosas indignas de ser leídas, y Hitler, la mayoría de las veces, leía simplonerías.
Dime qué lees y te diré quién eres. Leyendo Los libros de gran dictador pude comprender mejor el alcance y la potencialidad que tienen los libros para formar y deformar el pensamiento de una persona[1].