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domingo, 15 de julio de 2012

Ética de los valores versus ética de los principios

Según cuenta Hannah Arendt, Adolf Eichmann se jactaba de haber actuado "por principios", siguiendo el imperativo moral kantiano, al ordenar el exterminio a través del cual pasó a la historia. Dice que tuvo que reprimir los sentimientos de compasión que sentía por las víctimas para poder cumplimentar su tarea[1]. Sus sentimientos, su percepción sentimental del valor ontológico de las personas que mataba, le aconsejaban desistir, pero sus discernimientos racionales lo incitaban a cumplir con su "deber". Un claro ejemplo --y no menor-- de los desastres que podrían cernerse sobre la tierra si todos guiásemos nuestra conducta por principios y normas y no por sentimientos[2].


[1] Cf. Arendt, H.: Eichmann en Jerusalén, p. 206-209.
[2] Por supuesto que el sentimiento, "ceguera axiológica" mediante, también puede equivocarse y aconsejarnos la crueldad, pero nunca a una escala similar a la equivocación nazi, que necesita de una logística planificada fríamente para plasmarse.




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