Una araña en
acecho, en el centro de su tela, parece dormir, acaso soñar; ¡tan inmóvil está!
Pero apenas cae una mosca, ya está sobre ella. Es que estaba más activa que una
ardilla dando vueltas en una jaula. Esto sí que es ociosidad de la mala.
Miguel de Unamuno, "En un rato de ocio"
Mi cuñada Evelina me dio a entender el otro día que yo era un haragán.
¿Yo haragán? Puede ser, siempre y cuando definamos mejor el concepto. Entonces
voy a contestarle a Evelina con las mismas palabras que utilizó Vincent van
Gogh para defenderse del cargo de haragán que parecía imputarle su hermano
Theo:
... Porque hay haraganes y
haraganes.
Está
aquel que es haragán por pereza y cobardía de carácter, por la bajeza de su
naturaleza; si te parece bien puedes tomarme como tal.
Luego
está el otro haragán, el haragán muy a pesar suyo, que es roído interiormente
por un gran deseo de acción, que no hace nada porque se ve en la imposibilidad
de hacer algo, porque está como aprisionado por alguna cosa, porque no tiene lo
que le haría falta para ser productivo, porque la fatalidad de las
circunstancias lo reduce a ese estado; dicha persona no siempre sabe lo que
podría hacer, pero siente por instinto: ¡sin embargo yo sirvo para algo, siento
en mí una razón de ser! ¡Sé que podría ser un hombre distinto! ¡Entonces para
qué podría ser útil, para qué podría servir! ¡Hay algo adentro de mí, qué cosa
es!
Este
es un haragán muy distinto, ¡si te parece bien puedes tomarme como tal!
Un
pájaro enjaulado en la primavera sabe muy bien que hay algo para lo cual serviría,
siente muy bien que hay algo que hacer, pero no puede hacerlo, ¿qué es? No
recuerda bien, luego tiene ideas vagas, y se dice «los otros hacen sus nidos […]
y empollan los huevos», luego se golpea el cráneo contra los barrotes de la
jaula. Y luego la jaula se queda allí y el pájaro está loco de dolor.
«He
aquí un haragán» dice otro pájaro que pasa, éste es una especie de rentista.
Sin embargo el prisionero vive y no muere, nada de lo que pasa adentro aparece
afuera, está bien de salud, está más o menos alegre en los rayos del sol. Pero
viene la estación de las migraciones. Acceso de melancolía; pero --dicen los
niños que lo cuidan en su jaula-- sin embargo tiene todo lo que necesita; pero
él mira hacia afuera el cielo oscuro, cargado de tormenta, y en su interior
siente la rebelión contra la fatalidad. «¡Estoy enjaulado, estoy enjaulado, y
entonces no me falta nada, imbéciles! ¡Tengo todo lo que necesito, eh! ¡Ah, por
favor, libertad, ser un pájaro como los demás pájaros!»
Aquel
hombre holgazán se asemeja a este pájaro holgazán.
Y los hombres se ven a menudo en la imposibilidad de hacer algo,
prisioneros en no sé qué jaula horrible, horrible, muy horrible (carta fechada
en julio de 1880).
Mi jaula horrible --quizá más horrible que la de Van Gogh-- se llama
siglo XXI.
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