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martes, 30 de octubre de 2012

La inteligencia y sus niveles


Gradación de la inteligencia:
1) Inteligencia utilitaria. Es la empleada en la utilización de artefactos y herramientas. Todo ser humano con uso de razón la posee, e incluso algunos animales no humanos también han dado muestras de poseerla.
2) Inteligencia social. Es la empleada en el trato con nuestro prójimo. Casi todo ser humano con uso de razón la posee.
3) Inteligencia política. Es la empleada en la elaboración de ideas, esquemas o ideales relacionados con nuestra situación política y económica y con la de nuestro entorno. La generalidad de la gente la posee, aunque sólo un pequeño porcentaje la utiliza correctamente; el resto (gran cantidad de periodistas incluidos) no pasa del mero chismerío, la crítica sin propuestas alternativas y la inmoral delación.
4) Inteligencia científica. Es la empleada en la elaboración de ideas relacionadas con la ciencia en sus diferentes vertientes. Muy poca gente la posee, y menos aún son quienes alcanzan a elaborar teorías revolucionarias en este campo.
5) Inteligencia filosófica. Es la empleada en el análisis, en la elaboración y en la síntesis de ideas o teorías relacionadas con el ámbito de la filosofía propiamente dicha. Un mínimo porcentaje de la población actual del planeta la posee, y menos aún son quienes alcanzan a manejarla con el desparpajo suficiente como para trascenderla y llegar hasta su mismo nudo, hasta su mismo corazón, y así comprender los engranajes íntimos de la realidad que nos circunda. Y dentro de esta última inteligencia --puesto que también es susceptible de gradación-- destaca la inteligencia ontológica, que es la que nos permite llevar a buen puerto nuestras especulaciones metafísicas, impugnando posiciones e ideas inconciliables que en apariencia podrían complementarse o viceversa. Y destaca también, por sobre la inteligencia ontológica, la inteligencia trascendente, que es la que nos permite resolver los problemas trascendentales de nuestra existencia.
Entre la inteligencia utilitaria y la inteligencia trascendente hay, pues, una buena cantidad de inteligencias intermedias. Tal vez no podamos llegar, por razones de índole genética o educativa, a rozar las bondades de la inteligencia trascendente, pero sí o sí deberemos, si queremos egresar del plano racional más básico y elemental, abandonar la inteligencia utilitaria, la social y la política para elevarnos hacia la ciencia y la filosofía. De tal elevación dependerá el futuro de la raza humana, porque si seguimos volando tan bajo como hasta el presente necesariamente nos estrellaremos, no digamos ya contra las altas cumbres nevadas, sino incluso contra las más insignificantes colinas del pensamiento.

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