Desde
mi punto de vista, afirmar que la
Biblia constituye en todo su detalle literal la palabra de
Dios, libre de todo error, no es más que una ignorancia bíblica.
John
Shelby Spong, Jesús, hijo de mujer,
p. 17
Bueno
sería que mi amigo Bertrand Russell tomara en cuenta esta sentencia.
Conozco
a miles de personas que permanecen en el seno de la Iglesia por costumbre o
por esperanza, pero lo hacen a costa de desconectar sus mentes.
Ibíd.,
p. 18
Yo
era una de ellas.
No
creo que María fuera literalmente una virgen, en ningún sentido biológico. No
creo que a los hombres y mujeres contemporáneos se les pueda presentar con
credibilidad a alguien a quien se conoce como una madre virgen, calificándola
como una mujer ideal. No creo que la historia de la virginidad de María haya
realzado la imagen de la madre de Jesús. Antes al contrario, estoy convencido
de que la historia ha desvirtuado la humanidad de María, y se ha convertido en
un arma en manos de aquellos cuyos prejuicios patriarcales distorsionan la
humanidad de todos, en general, y de las mujeres en particular.
Ibíd.,
pp. 24-5
Coincido;
pero ese "no creo que la historia de la virginidad de María haya realzado
la imagen de la madre de Jesús", ¿no podría extenderse hacia un "no
creo que la historia de la divinidad de Jesús haya realzado la imagen de Jesús
como filósofo"?
Nada
menos que una persona como el Papa Juan Pablo II ha apoyado un documento y una
actitud que proclama: "Las mujeres no serán nunca sacerdotes en la Iglesia Católica
romana porque Jesús no eligió a ninguna mujer como discípulo". Presento
esto como un abuso literal de las Sagradas Escrituras. En el orden y las
costumbres sociales del siglo primero de nuestra era, resulta inconcebible
tener a una mujer como miembro de un grupo de discípulos de un rabino o maestro
itinerante. El papel de la mujer se hallaba circunscrito con demasiada claridad
como para atreverse siquiera a imaginar algo así. Aquí, sin embargo, el
literalismo bíblico es ecléctico antes que minucioso. Quizás al obispo de Roma
todavía no se le ha ocurrido pensar que Jesús tampoco eligió a ningún discípulo
polaco, a pesar de lo cual eso no excluyó del sacerdocio a un muchacho polaco
llamado Karol Josef Wojtila, que más tarde se convertiría en Juan Pablo II.
Ibíd.,
p. 28
¡Brillante,
Yon! ¡Péguele duro al machismo eclesiástico!
En
las mitologías del mundo hay muchas historias que cuentan con partes paralelas
y familiares de la tradición cristiana. Las figuras divinas nacen de madres vírgenes,
los héroes míticos mueren, resucitan y regresan a los cielos en ascensiones
cósmicas. Cuando leemos estas tradiciones en el contexto de los escritos
egipcios sagrados, no se nos ocurre literalizar las historias de Isis y Osiris.
Sabemos que, en este caso, nos encontramos ante mitos antiguos. Y, sin embargo,
evitamos hacer lo mismo cuando se trata de nuestra propia fe.
Ibíd.,
p. 31
Ha
llegado el momento de que la
Iglesia reconozca la certidumbre como un vicio, que aprenda a
desecharlo y abrace la incertidumbre como una virtud. Ha llegado el momento de
que la Iglesia
abandone su actitud neurótica de traficar con un débil sistema de seguridad
religiosa tras otro, y permita a sus fieles sentir el viento vigorizador de la
inseguridad, para que los cristianos puedan comprender realmente lo que
significa caminar por la fe.
Ibíd.,
p. 34
¿Puede
escapar la Iglesia
del hábito de controlar el comportamiento, y pasar a convocar a la gente para
que sean los seres santos y completos, tal como Dios los ha creado?
Ibíd.,
p. 34
No
hubo nacimiento virginal biológicamente literal, ni superación milagrosa de la
esterilidad en el nacimiento de Juan el Bautista, ni ángel Gabriel que se le
apareciera a Zacarías o María, ni Zacarías se quedó sordomudo, ni coros
angélicos que poblaran los cielos para anunciar el nacimiento de Jesús a los
pastores de las montañas, ni viaje a Belén, ni presentación o purificación en
Jerusalén, ni historia del templo durante la infancia de Jesús. De hecho, y con
toda probabilidad, Jesús nació en Nazaret de una forma muy normal, como hijo de
María y José, o bien fue un hijo ilegítimo que José justificó al reconocerlo
como hijo propio.
Ibíd.,
pp. 166-7
¡Por
fin alguien que estudia las Escrituras sin el corpiño del dogma en los ojos!
No,
no estamos solos. No somos un simple accidente del proceso físico y estúpido de
la evolución.
Ibíd.,
p. 167
No,
no estamos solos. Dios existe. Y sin embargo, Dios no está con nosotros. Esta en nosotros, que no es lo mismo. Y el
proceso de la evolución, de estúpido no tiene absolutamente nada.
Los
verdaderos enemigos de un sistema de fe no son quienes hacen doblar la rodilla
a la tradición, sino quienes la congelan, los cuales, al no ser capaces de
cambiar y crecer, transforman los símbolos en momias y hacen imposible que
quienes viven en un mundo cambiante permanezcan con integridad en el seno de
ese hogar de fe.
Ibíd., p. 180
¡Clap, clap, clap, clap..!
Resulta
a un tiempo divertido y triste observar cómo los líderes eclesiásticos actuales
se mueven cautelosamente alrededor de la pregunta de cómo comprender la
afirmación eclesiástica tradicional de que la Biblia es la palabra de Dios,
pues en el fondo de sus corazones saben muy bien que esa afirmación ya no es
sostenible de ninguna forma literal. La legitimidad de la esclavitud, el
estatus de objeto de la mujer, el concepto de la Tierra plana, la comprensión
de la epilepsia como posesión por el demonio, todo ello afirmado en la Biblia,
son ideas que, simplemente, no se aceptan en el siglo XX. Lo que sucede es que
la mayoría de los líderes religiosos no tienen la honestidad para decirlo
públicamente. En consecuencia, lo que exponen no es más que retórica que
utiliza las palabras tradicionales, pero sugieren que significan algo muy
diferente a lo que significaron en el pasado. Es una estrategia comprensible,
pero así nunca se conseguirá nada. Esas prácticas nos hacen pensar en batallas
de retaguardia en las que se liberan escaramuzas dentro de un inevitable
movimiento de retirada.
Ibíd.,
p. 181
El
corazón no puede rendir culto a lo que ha rechazado la mente.
Ibíd.,
de. 182
La
frase: "Sufrió bajo Poncio Pilatos, fue crucificado, murió y fue
enterrado" es la única que ata el cristianismo a la historia. Todo lo
demás que existe en los credos no constituye sino un intento por poner en
palabras una experiencia de Dios que estaba más allá de la historia, y por
explicar teológicamente quién fue el que sufrió y murió, por qué tuvo
importancia y por qué tuvo su vida un significado que va mucho más allá de sus
límites históricos y finitos.
Ibíd.,
p. 183
Y
hasta existe gente, como yo por ejemplo, que admite que duda incluso de la
existencia histórica de Jesús --aunque ciertamente, hay que aclararlo, mi duda
es mínima.
Y las dudas de los siguientes historiadores y escritores
parece que también eran mínimas:
·
Flavio Josefo, historiador judío:
“Por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado
Jesús, porque realizó grandes milagros y fue maestro de aquellos hombres que
aceptan con placer la verdad. Atrajo a muchos judíos y a muchos gentiles.
Delatado por los principales de los judíos, Pilatos lo condenó a la crucifixión.
Aquellos que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo. Desde entonces hasta
la actualidad existe la agrupación de los cristianos”. (Antigüedades Judías 18,3,3)
·
Tácito
Historiador y consul romano
“Por lo tanto, aboliendo los rumores, Nerón subyugó
a los reos y los sometió a penas e investigaciones; por sus ofensas, el pueblo,
que los odiaba, los llamaba “cristianos”, nombre que toman de un tal Cristo,
que en época de Tiberio fue ajusticiado por Poncio Pilato;
reprimida por el momento, la fatal superstición irrumpió de nuevo, no sólo en
Judea, de donde proviene el mal, sino también en la metrópoli , donde todas las
atrocidades y vergüenzas del mundo confluyen y se celebran”. (Anales,
15:44:2-3)
·
Suetonio
Historiador romano
“A los judíos, instigados por Chrestus, los expulsó
de Roma por sus hábitos escandalosos”. (De Vita Caésarum. Divus Claudius, 25.)
Luciano de Samosata
Escritor satírico romano, habla
despectivamente de los cristianos en su obra La muerte del Peregrino:
...lo utilizaban como legislador y le daban el
título de jefe. Después, por cierto, de aquel a quien el hombre sigue adorando,
que fue crucificado en Palestina por haber introducido esta nueva religión en
la vida de los hombres.
Julio Africano recoge la mención que un tal
Talo, que parece ser un historiador romano o samaritano del s. 1 dC., hace de
las tinieblas que sobrevinieron a la muerte de Jesús explicándolas como un
fenómeno natural: "En su tercer libro de historias, Talo llama a estas
tinieblas un eclipse de sol. Contra la sana razón, a mi juicio".
Justino Mártir hace referencia a los Hechos de
Poncio Pilatos: “Y después que fue crucificado echaron suertes sobre su
vestidura, y los que le crucificaron se repartía entre ellos. Y que estas cosas
ocurrieron, podéis comprobarlo a partir de los Hechos de Poncio Pilatos”. (La
Primera Apología, cap. 35)