Esto que pasa hoy
en día en la Argentina, y que creo pasa en el Occidente todo, esto de promover
la industria del juego con la excusa de que el juego aporta un buen dinero al
fisco y a través del fisco a los indigentes, es algo tan viejo como Julio
Camba:
Un día se
trató de suprimir el juego que, desde hacía algunos años, había adquirido entre
nosotros proporciones monstruosas, y el presidente de la Asociación Matritense
de Caridad se dirigió al Gobierno con la pregunta consabida:
--¿Y
nuestros pobres?
No es que
los pobres ganen a la ruleta o al treinta y cuarenta [...]. No. Es que, a fin
de justificar la concesión de permisos para jugar, cada empresario contribuía a
la Beneficencia municipal con una pequeña cuota. Así se reunían en Madrid unos
cuantos miles de pesetas al mes y se repartían unos cuantos platos de sopa al día.
[...]
El
argumento convenció a todos los croupiers,
[...] a todos los matones de garito, a todos los jugadores profesionales y a
todos sus intermediarios, personas en quienes consuela ver brotar de pronto un
tan grande amor al prójimo. Y, verdaderamente, si se plantea en tales términos
la cuestión del juego, ¿quién se atreverá a defender el cierre de los tugurios?
Al contrario. O uno se siente enteramente desprovisto de caridad cristiana, o
debe en el acto empeñar su reloj y distribuir sobre el tablero de la ruleta,
entre cuatro o cinco números, las cuatro o cinco monedas que le hayan dado por
él. ¿Que hay muchos pobres en Madrid? ¡Pues a ver si se repite el diecisiete!
(Julio Camba, Sobre casi todo, pp.
35-6).
El problema radica --concluye
Camba-- en que "con este procedimiento, los pobres aumentarán en vez de
disminuir; pero ¿quién ha dicho que se trate de acabar con los pobres?".
Eso está muy claro: hay ciertos Estados, como el Estado argentino por ejemplo,
que, en contubernio con los capos del juego, fomentan la pobreza, pues es
sabido que los pobres son los que más juegan, y todas sus políticas de
promoción y expansión de las loterías, bingos, casinos y tragamonedas, lejos de
favorecer la cohesión social, la destruyen, favoreciendo solo la cohesión económica
de Cristóbal López y asociados y de quienes viven de las migajas que Cristóbal
López esparce a su paso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario