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viernes, 27 de mayo de 2016

El negocio de la timba y la excusa de la beneficencia

Esto que pasa hoy en día en la Argentina, y que creo pasa en el Occidente todo, esto de promover la industria del juego con la excusa de que el juego aporta un buen dinero al fisco y a través del fisco a los indigentes, es algo tan viejo como Julio Camba:

Un día se trató de suprimir el juego que, desde hacía algunos años, había adquirido entre nosotros proporciones monstruosas, y el presidente de la Asociación Matritense de Caridad se dirigió al Gobierno con la pregunta consabida:
--¿Y nuestros pobres?
No es que los pobres ganen a la ruleta o al treinta y cuarenta [...]. No. Es que, a fin de justificar la concesión de permisos para jugar, cada empresario contribuía a la Beneficencia municipal con una pequeña cuota. Así se reunían en Madrid unos cuantos miles de pesetas al mes y se repartían unos cuantos platos de sopa al día. [...]
El argumento convenció a todos los croupiers, [...] a todos los matones de garito, a todos los jugadores profesionales y a todos sus intermediarios, personas en quienes consuela ver brotar de pronto un tan grande amor al prójimo. Y, verdaderamente, si se plantea en tales términos la cuestión del juego, ¿quién se atreverá a defender el cierre de los tugurios? Al contrario. O uno se siente enteramente desprovisto de caridad cristiana, o debe en el acto empeñar su reloj y distribuir sobre el tablero de la ruleta, entre cuatro o cinco números, las cuatro o cinco monedas que le hayan dado por él. ¿Que hay muchos pobres en Madrid? ¡Pues a ver si se repite el diecisiete! (Julio Camba, Sobre casi todo, pp. 35-6).


El problema radica --concluye Camba-- en que "con este procedimiento, los pobres aumentarán en vez de disminuir; pero ¿quién ha dicho que se trate de acabar con los pobres?". Eso está muy claro: hay ciertos Estados, como el Estado argentino por ejemplo, que, en contubernio con los capos del juego, fomentan la pobreza, pues es sabido que los pobres son los que más juegan, y todas sus políticas de promoción y expansión de las loterías, bingos, casinos y tragamonedas, lejos de favorecer la cohesión social, la destruyen, favoreciendo solo la cohesión económica de Cristóbal López y asociados y de quienes viven de las migajas que Cristóbal López esparce a su paso.

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