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martes, 7 de mayo de 2013

El patriotismo de Vaz Ferreira



Según Vaz Ferreira, el patriotismo es "una substancia muy pura y preciosa, pero muy putrescible". Brillante. Pongo la frase en su contexto:

¿Qué sentimiento más natural y humano que el afecto a seres más semejantes a nosotros o más próximos al idioma que nos es común; a las leyes, tradiciones y costumbres que nos son comunes [...]?
Sin duda, ese sentimiento se puede exacerbar o corromper, y, habitualmente, pasa eso (yo he comparado al patriotismo a una substancia muy pura y preciosa, pero muy putrescible).
Pero, como no es incompatible --en sí-- con la mayor extensión de la fraternidad, no hay por qué [...] imaginar su desaparición aun el más ideal de los progresos...
Nótese que esto de la incompatibilidad de un sentimiento de radio limitado con un sentimiento general humano no se le ha ocurrido a nadie, por ejemplo, en cuanto a los sentimientos de familia, pero podría ser porque en la práctica, mucho más que en los sentimientos de familia, el patriotismo se presenta generalmente como sentimiento exclusivo y hostil; sentimiento de oposición o de lucha...
[...]
Pero esta, no obstante, no es su esencia [...]. En esencia, el sentimiento patriótico no es más que un grado de extensión del sentimiento de simpatía humana perfectamente compatible con los grados, diversos, de menor y mayor radio.
Esto de las radios, da esquema para pensar aquí...
En efecto: hay sentimientos personales; sentimientos de familia; sentimientos de amistad; sentimientos de patria (que en parte se contraen a localidades, a divisiones de la patria misma, y que en parte también se extienden, por ejemplo, a continentes), y hay los sentimientos de solidaridad humana, con los cuales ningún sentimiento de radio menor es incompatible (sin prejuicio de las interferencias entre todas esas ondas de sentimiento) (Moral para intelectuales, pp. 226-7).

La esencia del patriotismo, afirma Vaz Ferreira, no tiene nada que ver con hostilidades ni con xenofobias, sino con el amor al prójimo; y este amor al prójimo, a su vez, no es incompatible con el amor al lejano, o con el amor a la humanidad en tanto que entidad abstracta e idealizada. Comparto plenamente tales postulados y pido que se los compare con unas viejas anotaciones mías que se remontan al 20 de julio del 1997, especialmente la primera nota al pie de aquella entrada (teoría de la "pizza mágica"). En fin, luego de esta apología del patriotismo bien entendido, no me sentiré ya tan inconsecuente con mis ideales cosmopolitas al gritar los goles del seleccionado argentino de fútbol en el próximo mundial del año entrante.

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