Ya es
tiempo de entrar en campaña [...] contra las orgías del sentido histórico,
contra el gusto excesivo por el proceso, en detrimento del ser.
Friedrich Nietzsche, "De
la utilidad de los estudios históricos"
Según nos dice Albert
Camus, "el arte nos lleva [...] a los orígenes de la rebelión, en la
medida en que trata de dar forma a un valor que huye en el devenir perpetuo,
pero que el artista presiente y quiere arrebatar a la historia" (El hombre rebelde, p. 250). Para Camus,
el valor de la obra artística es inmarcesible, no depende de los vaivenes de la
historia, está fuera del tiempo, pertenece a un "presente
intemporal". Alfred Stern, criticando esta postura, se pregunta:
¿Pero no es todo esto más bien un hermoso sueño que
una realidad, una ilusión acariciada por muchos artistas, que considerándose a
sí mismos como creadores a imagen de Dios, se niegan a admitir la naturaleza
perecedera de su obra? En lo que a mí respecta, dudo que dentro de dos mil años
el mundo pueda apreciar todavía la belleza de la obra de Proust [...]. Al leer
hoy el Werther de Goethe ya no se
comprende cómo, ciento ochenta años atrás, pudo sacudir al mundo entero tan
profundamente (Alfred Stern, La filosofía
de la historia y el problema de los valores, p. 37).
Si la lectura de la obra
de Proust --respondo-- no despierta ya los sentimientos que otrora despertaba,
y si el Werther de Goethe no es ya
leído con el entusiasmo con que lo leían los jóvenes alemanes del siglo XIX,
será que la gente de hoy no es tan sensible a las obras de arte... o será que
esos dos libros no son en realidad grandes obras de arte. O hay ceguera
axiológica, o nos vendieron gato por liebre. Continúa Stern con su alegato:
Concedo que el artista quiera rescatar de la historia
un valor que huye en perpetuo devenir, pero no estoy seguro de que lo consiga.
Por el contrario, la historia de las artes y de las literaturas muestra que las
concepciones estéticas cambian junto con los periodos históricos, que ellas
también son [...] hijas de los tiempos. Solo unas pocas de las más grandes
obras de arte han podido hasta hoy eludir la acción del tiempo histórico que,
lenta pero seguramente, desintegra los viejos valores para abrir paso a los
nuevos. ¿Cuánto tiempo resistirán aún esas grandes obras a las fuerzas
disolventes de la historia?
Resistirán hasta el fin de
los tiempos (si es que el fin de los tiempos llegase), porque como diría el
primer Nietzsche, el arte, junto con la religión, permanecerán siempre a
resguardo de aquellas fuerzas históricas que socavan la superficie pero jamás
la esencia de las cosas.
Buen tema a tratar, sobretodo, dada la situación actual del postmodernismo. Espero la segunda parte. Saludos!!
ResponderEliminaraquí va la segunda parte, espero sea también de tu agrado, estimado señor Anónimo
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