La expresión “cosa en sí” no la
inventó Kant, sino Locke:
El
volumen, la forma, el número, la situación y el movimiento o reposo de sus
partes sólidas: estas cualidades están en los cuerpos, las percibamos o no. Y
cuando los cuerpos tienen el tamaño suficiente para poder percibirlas, tenemos,
a través de ellas, una idea de la cosa como es en sí misma (Ensayo sobre el entendimiento humano,
II, VIII, § 23).
Después llegó Berkeley para negar que todas estas
cualidades de los objetos continúen siendo partes constitutivas de los mismos
incluso cuando no los percibimos. Por último, Kant conjeturó que la cosa en sí
no puede tener ninguna cualidad que nuestro sensorio perciba porque la tal cosa
no existe ni en el espacio ni en el tiempo. Esta sola conjetura, audaz para su
época, basta para que se le otorgue a Kant el adjetivo de genio del
pensamiento. Lo que quiero hacer notar aquí es que ningún genio se gesta en el
vacío.
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