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miércoles, 10 de agosto de 2011

El amor en Nietzsche y en Tolstoi

Transmutación de valores en Nietzsche: la humildad se transmuta en orgullo, la mansedumbre en belicosidad, la satisfacción en riesgo, la compasión en crueldad y el amor al prójimo en amor a lo lejano (cf. José Ferrater Mora, Diccionario de filosofía, artículo “Nietzsche”). He aquí la palabra de Nietzsche con relación a la última transmutación aquí mencionada:

¿Acaso les aconsejo yo el amor al prójimo? ¡Prefiero aconsejarles mejor la huida del prójimo y el amor al lejano! Más elevado que el amor al prójimo es el amor al lejano y al futuro; más elevado que el amor a los hombres es el amor a las cosas y a los fantasmas. […] No aciertas en soportarte a ti mismo y no te amas lo bastante; por eso procuras seducir al prójimo para que ame y asociarlo a tu error. Yo quisiera que no se tolerara a ninguna clase de prójimo ni a los vecinos; así se verían obligados a crear, extrayéndolo de ustedes mismos, su propio amigo y su corazón derramado (Así habló Zaratustra, I, 16 [p. 59])

“No te amas lo bastante”, dice Nietzsche. La autoidolatría (muy distinta del amor a uno mismo) por sobre todas las cosas. La teología patas arriba, y patas arriba la ética. Pero no desesperéis, hombres de poca fe, que aquí llega el conde Tolstoi en nuestro auxilio:

El más grande pecado de hoy, el amor abstracto de los hombres, el amor impersonal hacia quienes existen en alguna parte, lejos. […] ¡Amar a los hombres a quienes no se conoce, a quienes no se verá nunca, es bien fácil! No impone necesidad de ningún sacrificio; y, al mismo tiempo, ¡se siente uno tan contento de ello! La conciencia es burlada. No; es necesario amar al prójimo, aquel a quien vemos y que nos molesta (León Tolstoi, “Conversaciones con Teneromo”, citado por Romain Rolland en Tolstoi, p. 133).


Pero ya me imagino a Nietzsche leyendo esto y sonriendo por lo bajo. ¿Y qué otra reacción cabría esperar de un individuo que no ha podido, a lo largo de su vida, amar a nadie concretamente?

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